[cerrar]

Comparta esta nota con un amigo

E-Mail de su amigo
Su nombre
Su E-Mail

El próximo miércoles 19, a las 19, en Chavela Bar (Ayacucho y Zeballos), se presenta Mecánica del escorpión, de Gervasio Monchietti, editado este año en Buenos Aires por El ojo del mármol. Hablará Cecilia Ulla y Cristian Molina presentará un libro de Carolina Musa.

Si en Trincheta (Tropofonía, Rosario, 2010) el hacer artesanal unía al linaje y en aquel homenaje al padre mecánico del automotor que fue 3 cilindros (Diatriba, Santa Fe, 2011) el automóvil servía como alegoría familiar, Mecánica del escorpión toma el plano de la máquina para constituirlo en la forma del libro. Manual de autoayuda poética en nueve capítulos, Mecánica del escorpión arma un árbol de la vida donde cada sistema de la máquina sitúa, al modo de los sefirot, una manifestación de la poesía en la vida del poeta. (El "escorpión" del título es un guiño zodiacal autobiográfico: Monchietti nació en Rosario el 19 de noviembre de 1979, bajo el signo de Escorpio).

Al autorretrato ("Una máquina de escribir/ con el cerebro estallado/ en filigranas contra una lámpara") en forma de motor de cuatro tiempos (admisión, compresión, explosión, escape) le siguen el materno sistema de alimentación (nafta; filtro de aire) y el de refrigeración ("Bomba de agua: bailar/ hacer gimnasia/ y tomar agua"; "Termostato: Escribir es un ejercicio simple... Lo difícil viene con el cuerpo"). A la mudanza que narra "Sistema de lubricación, Filtro" le sigue un sistema de encendido que en efecto enciende todo, gracias a la llegada de "El distribuidor", inspirador de un hermoso poema extenso en cuyo ritmo y lenguaje alientan ecos de la poesía beatnik.

Siguen los "sistemas" de dirección (eje; dirección hidráulica), lubricación (nivel del aceite), transmisión (caja de cambios, diferencial, volante, árbol de transmisión) y el de frenos. Nunca fue tan importante el índice del libro como en esta bitácora poética de las contingencias vitales de una transformación personal: azaroso material que al organizarse como alegoría cobra dirección y sentido.