Pensar el guión es entender el cine. Su práctica es una profesión esencial, y el caso de Santiago Calori (Buenos Aires, 1977) es ejemplar: además de ser una voz radial de trayectoria, con participación fundante en revista La Cosa, ha trabajado en televisión para programas como Lalola y Casados con hijos, además de ser guionista de Carlos Sorín en El perro. Este viernes y sábado, Calori dará un Seminario Intensivo de Guión en Plataforma Lavardén (Mendoza 1085), con cupo limitado (inscripciones: [email protected]). A manera de complemento, mañana se exhibirá de manera gratuita su película Un importante preestreno, a las 21.30 en la misma entidad. Una fiesta que compila, con pasos de comedia, recuerdos de cinefilia en la Buenos Aires de décadas atrás (para las entradas, ir una hora antes de la función).

"Al seminario intensivo lo planteo para todo aquel que tenga curiosidad por las películas, por saber cómo se construyen narrativamente --comenta Calori a Rosario/12--. A mí me pasó una cosa que creo le pasó a todo aquel que estudió cine, que te cambia la óptica de cómo ver películas. La inocencia frente a una película desaparece cuando aprendés dos nociones: los tamaños de plano y la estructura dramática. A partir de ahí, empezás a ver y decís: '¡Ah, éste es un plano medio, éste es un plano americano! ¡Acá hay un travelling, una grúa!'. De misma manera sucede cuando aprendés qué es un primer acto, qué es un segundo acto, qué es un punto medio, qué es un tercer acto, por qué este personaje colisiona con otro... Todo ese tipo de cosas, que pueden parecer terriblemente técnicas, en verdad son parte de una fórmula aprobada desde hace cinco mil años de historia. La idea es darle herramientas a la gente para que entienda cómo se construyen las películas y comprenda -‑esto es muy deprimente‑- que todas son iguales, la diferencia está en qué es lo que me están contando de manera distinta, si bien siempre dentro de una misma 'cajita'".

‑ Cuando vi En busca de la felicidad (película que no me gusta en absoluto), en el momento más terrible, con el personaje y su hijo durmiendo en el baño del subte, una espectadora le comentaba a otra, de modo certero: "Vas a ver que ahora le va a ir bien".

‑ Exacto, lo que esa persona había descubierto era el punto medio de la película. Cuando el protagonista está en el estado exactamente inverso al del inicio. La gente tiene incorporada la estructura y las nociones de guión, sólo que no sabe señalarlas ni cómo llamarlas.

‑ Es un guión que se puede dibujar, el baño del subte es el punto espacial y metafórico más bajo.

‑ Eso es lo que hago en el seminario, dibujo esa progresión dramática, te explico por qué, los tipos de personajes, cómo uno colisiona con otro, ese tipo de cosas como para que vos tengas claro cómo funcionan. A mí siempre me gustó saber cómo funcionan las cosas, de chico desarmaba los juguetes, esto es más o menos lo mismo.

‑ Desde la práctica, el guión es otro asunto. ¿Al escribir te dejás llevar intuitivamente?

‑ Cuando es algo que hacés desde hace tiempo, es como que lo tenés incorporado y las cosas suceden, no lo puedo explicar. No es un tema de talento ni nada, es un tema de músculo, es un ejercicio. Si vos escribís la suficiente cantidad de tiempo, los actos te van a aparecer solos, los personajes también, te vas a dar cuenta de que acá necesitás esto otro para que suceda tal cosa y eso es algo que pasa naturalmente, como el tipo que comienza corriendo un kilómetro y termina en una maratón de cuarenta. ¿Cómo puede ser? Bueno, porque empezó a correr y siguió corriendo. Tiene esa misma lógica. En general, tiro una línea cuando escribo, donde indico cuáles son las situaciones, cuando la miro un poco más termino por descubrir que tengo dos actos. Pero no deja de ser un ejercicio, como cualquier oficio. Es práctica, nada te aporta más que las horas de trabajo.