CULTURA / ESPECTáCULOS › MOLINA PRESENTARá ESTA NOCHE SU úLTIMO DISCO, RUBí
› Por Edgardo Pérez Castillo
Desde la aparente fragilidad que su figura veinteañera generaba cuando hizo su aparición en la escena musical argentina, a mediados de los 2000, Loli Molina fue construyendo un repertorio personal de peso. Sin estridencias, apostando a la delicadeza como norma, respaldada en sus destrezas como cantante y guitarrista, la compositora publicó dos discos bajo la estructura de una discográfica (Los senderos amarillos de 2008 y Sí o no de 2011, a través de Sony BMG), para decidirse luego a un camino de independencia que el pasado mes de agosto arrojó su primer fruto: Rubí, el disco que esta noche, a las 21.30, presentará junto a su sólida banda en el Teatro de Plataforma Lavardén, Sarmiento y Mendoza.
Y es un camino de felicidad plena el que Loli transita de la mano de este Rubí, donde reúne nueve canciones propias y una versión de "Ludmila", de Luis Alberto Spinetta. "Estoy muy contenta porque es un disco que trajo mucha gente nueva a este barquito, y redobló la apuesta con la gente que ya escuchaba las canciones de antes. Estoy muy contenta por cómo lo encaramos, por la gente con la que trabajé. La verdad fue una experiencia muy linda, muy interesante, de mucho crecimiento", sintetiza la artista en diálogo con Rosario/12.
Aún cuando son pocos los meses transcurridos desde la edición de Rubí, la posibilidad de tomar distancia sobre el proceso de grabación y mezcla del disco encuentra hoy a la cantante y guitarrista en un nuevo lugar de disfrute. Al menos así lo entiende Loli, que asegura: "Es interesante lo que pasa, porque al momento de grabar el disco es como tomar una foto. Obviamente con el paso del tiempo uno cambia y la foto sigue igual. Pero tengo una mirada de mucho cariño sobre este disco. Las canciones siguen mutando en vivo, transformándose. La verdad es que estoy muy cómoda tocándolas, es un disco que me permitió hablar de cosas que quería y mostrar un lado que quería mostrar".
Las de Rubí son canciones breves y precisas, íntimas, pequeñas. "Yo tiendo a la síntesis --reconoce Molina--. Me gustan las canciones y los discos cortos, también los discursos cortos pero llenos de sentido y profundidad. En ese sentido la obra de Juan Quintero, que es amigo y con quien hemos tocado juntos, es una influencia muy grande, porque Juan tiene temas de un minuto que te acuestan. También se despoja mucho de las formas tradicionales. Estar cerca de su música me hizo entender y liberarme de las estructuras. Entonces en Rubí hay temas en forma más clásica pero otros que son en loop, como un mantra".
Con el aporte de sus compañeros de grupo, las composiciones van ganando matices, aunque sin perder su esencia, según concluye la autora: "A la hora de trabajar eso con la banda siempre respetamos la estructura original que sale de la guitarra y la voz, es la semilla, el origen. Y soy feliz que todos los músicos aporten lo que tienen para aportar, confío en ellos como músicos y personas. Eso es muy liberador".
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