Creada en los intervalos que le ofrecía su intensa agenda de actividades, Sistema tenue es la última obra del grupo de teatro de títeres La Hormiga. Una agrupación dedicada casi en exclusiva a la composición de puestas destinadas al público infantil pero que, permitiéndose un espacio para manifestar un proyecto latente desde hace ya algún tiempo, esta noche a las 21 estrenará una propuesta que, si bien no evidencia restricciones etáreas, maneja códigos para una audiencia adulta.

Utilizando títeres de manipulación directa y experimentando con teatro negro de objetos, Cecilia Piazza y Diego Percik son los responsables de haber creado el quinteto de historias que nutren a una puesta que, durante tres domingos, se presentará a las 21 en el teatro La Manzana (San Juan 1950). Partiendo de algunas ideas disparadoras, la dupla empezó con reuniones diarias desde octubre hasta diciembre de 2005, retomando el trabajo este año, lo que dio como resultado cinco relatos que se recorren sin un hilo conductor establecido.

En ese marco, la primer historia narra la relación amorosa entre un gallo y una gallina, dando paso al juego de seducción que un pequeño hombrecito lanza con el fin de conquistar a una mujer muchísimo más voluminosa (y fea). Se presentan también los obstáculos que debe afrontar un hombre obligado a actuar de pianista, y el encuentro de otro personaje que, tras descubrirse solo en un planeta, se sorprende ante la aparición de alguien idéntico a él.

En cuanto a esta nueva experiencia, Piazza distinguió: "Hay personas que creen que el teatro infantil es más fácil, y no es para nada así. La diferencia entre decir algo para chicos y decirlo para adultos es que el adulto te permite tener menos cuidado de cómo decir las cosas, tenés más libertad en el cómo decís las cosas". Mientras tanto, la titiritera valorizó la técnica, cuando expresó: "El lenguaje del títere, a diferencia del teatro, tiene ciertas posibilidades específicas que lo hacen particular. Es un lenguaje muy poderoso, con posibilidad de investigar sin límites". Por su parte, Percik fue más allá al completar: "El lenguaje es mucho más amplio que el teatro. En el mundo de los títeres se puede recrear cualquier cosa, uno puede hacer lo que quiere".