Domingo, 15 de mayo de 2016 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › ABRIERON CONVOCATORIAS PARA LOS PROGRAMAS CULTURALES JUNTOS Y ESPACIO SANTAFESINO.
Las políticas de subsidios pueden entenderse como una pequeña parte de un todo más complejo, pero relucen como uno de los aspectos centrales en la interacción entre el Estado y los productores culturales. El rol de las políticas públicas en el fomento y el accionar de los artistas.
Por Edgardo Pérez Castillo
Aún partiendo de la premisa de que la vida cultural y artística está mediada por un vasto abanico de actores sociales, la presencia del Estado es determinante en la proyección y vitalidad del quehacer artístico. A partir de sus políticas (o, bien, como consecuencia de su ausencia), es el Estado el que establece contextos de producción y desarrollo, colaborando o tensionando con los creadores y gestores culturales. En ese contexto, las políticas de subsidios pueden entenderse como una pequeña parte de un todo más complejo, pero relucen como uno de los aspectos centrales en la interacción entre el Estado y los productores culturales. Por estos días, desde la Secretaría de Cultura municipal y el Ministerio de Innovación y Cultura se abrieron las convocatorias a los programas Juntos y Espacio Santafesino, respectivamente, marco que habilita a una reflexión de parte de funcionarios y artistas en torno al rol del Estado en el diseño de políticas de fomento, como así también en el accionar de los propios artistas, amplio espectro que va desde la independencia absoluta hasta los creadores Estado-dependientes.
Reformulado ahora bajo un nuevo concepto, el programa municipal Juntos buscó reorientar las acciones de fomento preexistentes. Así lo distingue Lila Siegrist, artista plástica y editora que actualmente se desempeña como secretaria municipal de Industrias Culturales y Creativas: "Lo que promovemos es un fomento a producciones autogestivas. El ejercicio autogestivo habitualmente tiene un vínculo con las producciones autorales que no siempre tienen cercanía con la asistencia del Estado. Lo que nos proponemos con este programa es ofrecer herramientas para que lo autogestivo se sostenga en ese ámbito, tanto en lo discursivo como en lo político e ideológico. Hay que poder participar desde las políticas públicas junto a ellos".
Con una lógica vinculada a la promoción de bienes culturales reproducibles, el programa Espacio Santafesino tiene entre sus objetivos centrales el de "viabilizar proyectos valiosos y necesarios en términos de construcción social, que de otro modo difícilmente se concretarían". Así lo entiende Pedro Cantini, secretario de Producciones, Industrias y Servicios Culturales del MIC, que remarca la importancia de impulsar "nuevos actores, grupos, equipos de producción, a los que se acompaña en su formación, en principio ofreciéndoles la posibilidad de producir en formatos más profesionales, con un presupuesto, porque es una experiencia sin la cual no se adquieren las herramientas necesarias para avanzar".
A ocho años del lanzamiento de ES, los resultados, según analiza Cantini, son auspiciosos: "Hemos comprobado que aumentó exponencialmente la cantidad de producciones que se incorporan al acervo cultural santafesino, y que se incorporan de alguna manera al mercado. Se comprueba que ese objetivo se cumple y es productivo en términos sociales y culturales".
Para Guillermo Ríos, secretario de Cultura municipal, es precisamente el Estado el que debe accionar en función de los contextos sociales, políticos y económicos. "Hay momentos donde hay determinadas coyunturas que permiten la mirada autogestiva con una lógica más autónoma del Estado, que permiten que encuentren un campo propicio para desarrollarse --analiza--. Y hay coyunturas donde necesitan estar más acompañadas. Por ejemplo, en estos años las editoriales independientes han desarrollado un gran trabajo, pero nosotros visualizamos que en este momento necesitan hacerse más visibles, generando circuitos de distribución y comercialización".
"Generar un escenario de visibilidad no implica que el Estado sea el ente que legitima esas prácticas, sino que tiene que propiciar una escena -aporta Siegrist--. Desde ese lugar estamos brindando herramientas para que las producciones tengan cierta continuidad, tengan visibilidad y la posibilidad de ser transformadas".
Visiones desde la producción
Comprendiendo que en el vasto terreno cultural de la ciudad (y, aún más, del territorio provincial) las características particulares de cada disciplina ameritarían un análisis pormenorizado en relación a su vínculo con el Estado y con la propia producción, referentes de distintas áreas artísticas analizaron el rol de las políticas oficiales de fomento.
Para Gastón Soso, presidente de la flamante Cámara de empresas productoras de la industria audiovisual Rosario (Cepiar), la presencia del Estado resulta sustancial para una actividad caracterizada por sus altos costos de realización. "Creo que el Estado en todos sus niveles debe intentar fortalecer, a través de sus políticas de subsidios, a aquellos segmentos del amplio sector productivo de industrias culturales que necesitan más del apoyo, el incentivo y la formación apuntada a la profesionalización y consolidación del sector --analiza--. El rol del Estado debe ser el de potenciar, acompañar y facilitar plurales formas de expresión popular llevándolas a un plano de visibilidad que retroalimenten la producción cultural en todas sus ramas".
Según la mirada de Christian Alvarez, delegado general de la Asociación Argentina de Actores de Rosario, "el Estado debe estar siempre presente, desde el fomento, la generación, la promoción y la producción a través de distintas líneas de acción". "Lo que tiene que interesar es el concepto del subsidio, para qué, para quién y hacia quiénes van dirigidas esas acciones --amplía--. Una buena política de subsidios tiene que estar orientada a que se llegue a la mayor cantidad de personas posibles y entender que el beneficiario siempre es el pueblo, los habitantes, las personas. Nosotros los hacedores somos el medio".
La directora y dramaturga Romina Mazzadi Arro, en ese sentido, afirma: "Creo que el rol del Estado, fundamentalmente en salud, educación y cultura, tiene que se participativo y de fomento. Y no sólo en el aporte económico, que considero una obligación del Estado, sino en la estimulación de que esas actividades crezcan, incluyan y sean un tema de todos".
Desde otra perspectiva, el también director Ricardo Arias plantea: "De acuerdo a mi criterio, antes de diagramar una política de subsidios deberíamos diagramar políticas de participación, donde se discuta qué es lo que se necesita. Las políticas de subsidios en términos generales muchas veces se tornan políticas de disciplinamiento, nos guste o no. Además, no sólo de subsidios vive el arte. La mayor parte de los artistas producen sin subsidios. Esto es así y hay que decirlo bien claro. Los subsidios en la mayoría de los casos vienen a ser un reaseguro frente al riesgo económico de producir en condiciones muy precarias, de todo tipo, de condiciones de trabajo, de difusión, etc".
Similar es la mirada de Andrés Abramowski, presidente de la Asociación de Músicos Independientes de Rosario El Qubil, que remarca: "No soy de los que creen que el Estado no tiene que intervenir, al contrario. De todos modos no estoy tan de acuerdo con que el arte tenga que ser subsidiado por el Estado. Preferiría un Estado que promueva una economía justa, en la que el arte pueda desarrollarse con independencia y no ser asistido permanentemente. Si vamos a hablar de subsidios hay que ver cuáles son las pertinencias. La política cultural tiene que ir más allá del reparto de recursos, que es una parte del todo. La política cultural debería tender a que se pueda desarrollar el arte propio. Para eso no solamente hay que distribuir recursos, sino además no obstaculizar. Creemos que el Estado tiene que facilitar y promover pero, además, no tiene que impedir".
Sustentabilidad, arte y mercado
"Las industrias culturales existen, principalmente, como resultante de una ecuación de mercado que consiste en que hay gente que quiere determinados productos y gente que produce esos productos". La explicación de Cantini pone en contexto una realidad ineludible: la producción, consumo y circulación de la cultura no está exenta de las normas del mercado. Así lo entiende también Abramowski, que advierte: "El arte está cooptado por el mercado. Hay expresiones que no tienen otra forma de existir si no es a través del subsidio. Eso va más allá de la voluntad de un artista. El arte está dominado por la racionalidad del mercado, y de pronto hay expresiones artísticas que si no tienen un correlato exitoso, porque esos son los términos que les impone el mercado, no pueden existir. Eso debería resolverse de alguna manera. Creo que el arte podría ser una forma de sacarse de encima esa racionalidad del mercado, pero por el momento hay que decir que el arte es víctima y cómplice al mismo tiempo, porque no podemos salir de ese brete".
Reconociéndose ajeno a la visión que considera a la cultura como industria, Arias define: "Estoy en las antípodas de la visión neoliberal donde todo se compra y todo se vende y del modo de producción 'en serie' que implica toda insdustrialización de acuerdo a la demanda del mercado. Que el Estado produzca cultura es muy peligroso. Pero a la vez es un actor indispensable para que la producción de cultura se dé en un marco de libertad e igualdad de condiciones. Decir cultura implica poder pensar una cosmovisión desde el lugar que se la nombra y esto es profundamente ideológico. Pero no olvidemos que en ese caso debemos discutir también el lugar del arte en las sociedades realmente democráticas. Tenemos que poder repensar de modo colectivo todo esto".
Desde su rol como gestor estatal, Cantini refuerza la importancia de un Estado que accione dentro de ese contexto de mercado. "Si lo ves históricamente, vas a encontrar que, a lo largo del tiempo, grupos que emergen hacen aportes interesantísimos a la comunidad en el campo de las industrias culturales, pero no logran cerrar económicamente y desaparecen --evalúa--. Entonces salvo las producciones que atienden demandas establecidas del mercado, por decirlo de algún modo, sin apoyo del Estado es muy dificil que otras puedan arrancar. Después el objetivo es que encuentren la manera de sostenerse, es la única manera de darle a eso una potencia verdadera, una potencia que se sostenga más allá de estos dispositivos que distintos niveles del Estado puedan establecer".
"Es esencial que el Estado intervenga de manera activa apoyando proyectos y procesos que potencien el desarrollo de los recursos culturales para no arrojarlos a la lógica del libre mercado -considera por su parte la artista plástica y gestora Gabriela Gabelich--. El Estado debe garantizar no sólo el acceso a los bienes culturales sino también los derechos de los artistas y a cualquier trabajador de la cultura. En mi caso, como artista y gestora tengo presente que el Estado es un aliado con quien construir".
En esa línea, Cantini concluye: "El círculo virtuoso posible de todo esto sería, entonces, que algunos de los productores que puedan beneficiarse con estos apoyos iniciales y las distintas instancias de formación que intentamos promover, pasen de la producción a la circulación y comercialización, y en algún momento alcancen su propia fórmula de sostenibilidad. De modo que creo que este tipo de objetivos deberían estar necesariamente combinados, en alguna proporción, en cualquier política pública dirigida a estos sectores".
De ese modo, se colaboraría en la construcción de una escena cultural que esquive a las propagación de propuestas Estado-dependientes. Un riesgo siempre latente, sobre todo en rubros como el audiovisual, según explica Soso: "Paradojalmente lo que ocurre cuando nos recostamos fuertemente en el Estado para poder producir es que ante una eventual instancia de 'ausencia', cuando el Estado se retrae frente al cambio de enfoque de una nueva gestión, subsisten o continúan produciendo los que tienen más preparación y gimnasia industrial y manejo comercial, que resultan ser siempre un puñado de empresas. Por lo que creemos que es muy importante que el Estado además de promover políticas de subsidio debe acompañar y formar al sector de industrias culturales para que éste pueda ser parte de una cadena productiva, en todas las áreas de producción cultural. Para que goce de cierto conocimiento y sustentabilidad que le permita contar además con herramientas que lo protejan y le aporten recursos a la hora de enfrentar situaciones adversas o políticas no muy amigables".
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