Jueves, 28 de julio de 2016 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › CINE. ADáN BUENOSAYRES SE PROYECTA ESTA TARDE EN EL CAIRO
Enmcarcada en la sección "Reencuadres" del Cine Público, la proyección del último film de Juan Villegas permite replantearse un interrogante que sobrevuela a su documental: ¿por qué Leopoldo Marechal no ha tenido elecciones cinematográficas?
Por Leandro Arteaga
Adán Buenosayres. La película: 7 puntos
(Argentina, 2016)
Dirección y guión: Juan Villegas.
Fotografía: Yarará Rodríguez.
Montaje: Manuel Ferrari.
Reparto: Pablo Sigal, Julián Tello, Manuel Antín, María de los Angeles Marechal, Martín Prieto, Pedro Mairal.
Duración: 42 minutos.
Sala: El Cairo
La sección se denomina "Reencuadres", y tiene lugar en Cine El Cairo con entrada libre y gratuita. El protagonista de hoy, a las 18, es el realizador bonaerense Juan Villegas, quien acompañará la proyección de las películas Victoria (2015) y Adán Buenosayres. La película (2016). La primera es un retrato de la cantora de tangos Victoria Morán. La segunda es un ensayo sobre la novela de Leopoldo Marechal. Los dos títulos fueron exhibidos en sucesivas ediciones del Bafici, ámbito habitual para la obra del director de Sábado y Los suicidas.
Todo es literatura, dice Manuel Antín. Somos escritos por alguien que no sabemos o no queremos saber. Los destinos están entretejidos y el cine, inevitablemente, se inscribe allí. La referencia la contiene la película de Villegas, quien pregunta al maestro y éste responde desde la admiración por esa novela y escritor que considera ejemplares, así como desde el deseo frustrado por poder filmarla. ¿Por qué Marechal no ha tenido elecciones cinematográficas?
La pregunta sobrevuela la película de Villegas, mientras compone un friso breve (42') o por lo menos inversamente proporcional al libro voluminoso que elige. ¿Es su película una adaptación, transposición o qué? Poco importa responder. En todo caso, hay rasgos repartidos que la orientan en direcciones encontradas. Con un afán que busca, tal vez, encontrarse con el ánimo desajustado que en la novela se cifra.
Lo expresa mejor Martín Prieto, cuando dice que el Adán es díscolo, por no coincidir de manera plena con la cofradía martinfierrista del autor, por tampoco poder hacerlo con la cosmogonía peronista. De un lado se lo cuestiona, del otro no se lo lee. Otro tanto ha sucedido con el intento de película de Antín: en el '74 le rechazan el guión, también en el '77. Interjección curiosa, de la que nace este libro maldito, alguna vez elegido por Ricardo Piglia para la serie Clásicos de la Biblioteca Argentina, a la par de Borges, Lugones y Oesterheld.
Villegas, por su parte, recrea uno de sus pasajes predilectos entre Adán y Tesler. Previamente, hojea el guión de Antín --que bien merecería una edición--. Lo que surge es el cruce entre el recuerdo leído, lo que Antín quiso hacer, y las palabras de la novela con caracterizaciones contemporáneas. El efecto es raro, y de manera adrede. Pero pasan pocos minutos y ya está: Buenos Aires es la ciudad que se fragmenta en las calles de una esquina, con la letra del tango cantado, y el amanecer que mira el gorrión.
Así como con el Cortázar de Rayuela, apunta Pedro Mairal, los diálogos imposibles y sesudos se visten de práctica cotidiana, amiga, de fines hondos e inconmensurables, mientras se confunden los nombres de los personajes con los de las vidas reales que rodearon al autor. Por este camino, Villegas se dirige a la Biblioteca Popular Alberdi, cuna libresca y laboral de Marechal, para encontrarse con su hija, María de los Angeles. La réplica que ella significa, entre los libros y los recuerdos, casi que hilvana otra historia.
Seguramente, una de las mejores maneras de pensar la relación entre este libro (o cualquier libro, pero éste no es cualquiera, vaya problema) y el cine sea la que elige Juan Villegas: lo indaga, le pregunta, lo recuerda, lo filma, y entre lo que surge compone de modo necesariamente incompleto. También hay material de archivo, tomado de un viejo programa dedicado al escritor, realizado por Antín, Sergio Renán y Mario Sábato.
La película de Villegas, puede decirse, es una lectura de un cineasta evidentemente atravesado por lo que esas páginas dicen. En todo caso, vale practicar una analogía entre cómo pensaba Marechal a la literatura y cómo lo hace Villegas con el cine. Su película es expresión de este vínculo.
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