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Jueves, 28 de julio de 2016

PSICOLOGíA › UNA MIRADA LACANIANA SOBRE LA MATERNIDAD Y SU RELACIóN CON LO FEMENINO

Variaciones sobre el deseo

El libro El niño y el deseo de la madre
se apoya en la lectura del autor francés
pero también la experiencia analítica.

 Por Verónica Lagamma*

En este libro El niño y el deseo de la madre se van a encontrar con la lectura del primer Lacan, lo que Lacan nos aporta de este deseo en sus comienzos, pero también avanzo bordeando el deseo de la madre con los aportes de la última enseñanza de Lacan. El deseo de la madre no es un deseo indivisible, tiene diferentes maneras de presentarse. En efecto, a medida que escribía este libro el deseo de la madre se abría y se presentaba para desarrollarlo largamente. Para bordear el deseo de la madre me apoyé estrictamente en la lectura de Lacan pero también la singularidad de mi escritura está en relación a mi experiencia clínica y a mi propio análisis.

Para empezar recordemos que Freud proponía en Introducción al Narcisismo al niño como His Majesty the Baby. El niño ocupaba el lugar del yo ideal perdido por el adulto. Lugar de objeto de deseo de los padres. La propuesta freudiana nos invita a elucubrar su lado opuesto. Niños rechazados, forcluidos, niños cuyo nacimiento ha sido insoportable para sus padres. Podría decir que se trata de la imposibilidad de parte de los padres de admitir a un niño en el nido del deseo. Es necesario ubicar que si bien todo niño tiene un lugar como objeto, este objeto -en el mejor de los casos- va a estar recubierto por lo fálico. Cuando los padres no llegan a abrigar al niño con la cobija fálica, el niño retorna como objeto real. En efecto, en las subjetividades de esta época- subjetividades gobernadas por el discurso capitalista- el niño se encuentra ubicado bajo la rúbrica del objeto. Desde aquí, podemos pensar como se presenta hoy el deseo de hijo. Hoy el niño es también producto de la ciencia, está ubicado como mercancía que se puede comprar, y obtener por los logros científicos.

En nuestros tiempos, el deseo de un hijo recubre un querer gozar particular. Y es precisamente en los avatares de la llegada de un niño donde el deseo puede soltarse o puede inflarse implicando al niño en su subjetivad. Cabe señalar que es en un análisis donde se vislumbra el lugar que el sujeto ha tenido en el deseo del Otro, deseo contingente y heterogéneo.

Para adentrarnos en el deseo de la madre, es necesario situar que una mujer está entre el goce fálico y el más allá de lo fálico (goce femenino). El goce femenino, goce no-todo es un goce silencioso, ilimitado. Que puede presentarse de un modo sombrío, pero no siempre es así, ya que también puede estar anudado al deseo de un hombre. El modo de goce de una mujer va a depender de cómo mantenga este desdoblamiento. Teniendo esto en consideración, podemos empezar a percibir que el deseo de la madre por más que esté anclado con la ternura de una madre va a conectar con el modo de goce de una mujer. Precisemos que este deseo es un deseo distinto a otros, es un deseo que se produce en la ligazón con el niño, causando estragos. El estrago de este deseo proviene de un goce sin medida, ilimitado.

Es importante considerar que cada mujer se sitúa frente a la maternidad por caminos distintos. Marcados por el deseo, por el rechazo, por la ausencia, o el amor. Cada mujer tendrá un modo singular de hacer con el desdoblamiento de su goce. El niño no será indiferente a este desdoblamiento del goce de una mujer.

Es un deseo que deja rastros, imposibles de nombrar completamente. Y digamos algo más, este deseo conecta con lo real en tanto es imposible de soportar, en tanto allí nos encontramos con lo real de lo femenino. El niño intentará atrapar lo real del deseo de la madre, lo simbolizará en las ficciones de sus juegos. Es en sus juegos que algo de este deseo podrá ser atrapado, nombrado. El niño al llegar a preguntarse por el deseo de la madre hará caer este deseo, que él no puede sostener porque responde a lo más íntimo de una mujer entrelazada en una madre.

El principio que sostengo en mi libro es que la sensibilidad femenina sobre la madre va a determinar diferentes posturas maternas. Posturas maternas porque no hay sola una. Con esto digo que el deseo de la madre tiene más de un modo de presentarse. Habitando de una manera singular en cada mujer.

*Psicoanalista. Autora del Libro "El niño y el deseo de la madre" Letra Viva 2016.

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La mirada de la artista plástica Romina Carrara sobre la madre.
 
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