Lunes, 16 de octubre de 2006 | Hoy
Esta película del argentino, no tiene ni por asomo la fuerza
que ha caracterizado a algunos de sus anteriores films. El
film es de "tensión romántica", pero no llega a lograrla.
Por Emilio Bellon
"La casa del lago". ("The lake house") EEUU, 2006
Dirección: Alejandro Agresti
Guión: David Auburno
Música: Raphael Portman
Intérpretes: Keanu Reeves, Sandra Bullock, Christopher Plummer, Dylan Walsh.
Duración: 97 minutos
Distribuye Warner en los cines Monumental, Del Siglo, Village y Showcase.
Puntos: 4 (cuatro).
Si bien Alejandro Agresti en declaraciones a la prensa afirma que su trabajo en Hollywood, particularmente con la Warner se puede definir como "una relación buena, pasional", no obstante sí hay algo, como hecho dominante que puedo pensar respecto de este su último film, es que lo que está como ausente es precisamente esa fuerza que sí ha caracterizado algunos de sus anteriores films, tales como El amor es una mujer gorda, Buenos aires viceversa, El viento se llevó lo que y hasta Valentín. Y es que Agresti conoce las reglas del juego y ha aceptado, sin controversia alguna, el alcance de otras de sus expresiones: "Cuando aceptás trabajar en Hollywood sabés dónde te metés".
Su film, que detenta y ostenta un ya taquillero cartel actoral, que ya hacía sus grande dividendos en Máxima velocidad, a partir de su pareja protagónica, intenta, para quien firma esta nota, ubicarse en el espacio de la llamada "tensión romántica", pero sin lograr ni lo primero ni lo segundo de esta expresión. Es decir, que pese a desear si director poner en juego los vaivenes de la memoria, entre un presente y pasado no tan lejano, lo que transcurre frente a nosotros es una serie de repetidos lugares comunes y pálidas obviedades.
Mientras vemos La casa del lago, sugestivo título que nos lleva a pensar que allí está latente algo de un misterio que se expande, sentimos que las exigencias de la producción pasan a primer plano, en ese tono declamatorio y pretendidamente dramático que se asienten sobre una ya archigastada impostura. Pese a sus inicios, que nos muestran cartas con trazos manuscritos, pese a un escenario que intenta mostrar su otro lado, un rostro oculto, el film no alcanza a motivarnos, ni a implicarnos, a pesar de ser movilizadores sus momentos iniciales.
Dos personajes, un hombre y una mujer, una casa en el lago, una casa que tiene la transparencia del ensueño, como lo desea esta historia que pretende capturar un tono de films de otras décadas. Pero allí donde cabía una línea sutil, Agresti se ha encargado en subrayar con doble trazo; en ese espacio, donde la presencia de un tiempo de años distantes, pero coexistentes, tal vez, hubiera sido necesario otra manera de contar. Desde el afiche, ambos, ella y él, están captados con una coloración y espesura diferentes y una zona luminosa se abre frente a ellos. Pero pese al tono pastel y por momentos desvaído, el film se inclina por repetidas y previsibles definiciones.
El film se anuncia como una remake de una producción japonesa Si worae del año 2000 y sabemos que en este momento, Hollywood ha comprado derechos de films fantásticos de ese origen. Son numerosos títulos que oscilan entre llamados y aguas oscuras que pueblan hoy la pantalla. Y sabemos más aún que las mismas tienen, de antemano, un mercado conquistado. Lo que no podemos definir aquí es cuál era la propuesta de aquel y cómo se resuelve en esta. Lo que sí puedo afirmar que el film no puede transmitir un clima incierto, ni de ambigüedades, como su director así lo ha manifestado.
En la revista Cinemanía, editada en España, en su número de julio de este año, el critico marcos Rebollo afirma: "La peli te gustará si... lloraste viendo Tierra en sombras, si te entró hambre con Como agua para chocolate y si tu corazón brincó ante Tienes un email.
Desde mi punto de vista, aún no comprendo estas asociaciones, en cambio destaco:
* El espacio ambiental: la casa de paredes de vidrio, que parece comunicar y continuar en el mismo lago.
* El parlamento que está a cargo del personaje que interpreta Chritopher Plummer, el padre de Alex, en su lecho del sanatorio donde está en sus horas agónicas, sobre la relación de las construcciones arquitectónicas con la luz.
* El que considero el mejor personaje, el de Jack, por su simpatía natural, espontánea, porque es uno de los tantos perros que esperaba una mano que los acariciara.
Entre otros contados momentos, que son ciertamente guiños para ciertos espectadores, fue un placer volver a ver, en dos momentos, una secuencia de Notorius Tuyo es mi corazón de Alfred Hitchcock y redescubrir algunos pasajes de Persuasión de Jane Austen.
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