Sábado, 9 de diciembre de 2006 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › TOCAN RUDI Y NINI FLORES, RADICADOS EN FRANCIA
Los hermanos correntinos desarrollaron una larga carrera en
Francia, en base a su virtuosismo y la riqueza musical del chamamé.
Elogiados por Ariel Ramírez, el Tata Cedrón y Gustavo Beytelmann.
Por Edgardo Pérez Castillo
Quizás como parte de un juego infantil, y seguramente afectados por un entorno en el que la música era una constante, desde niños Rudi y Niní Flores se vincularon con el chamamé que su padre, el bandoneonista Avelino Flores, cultivaba en su Corrientes natal. Hoy, en una geografía tan poco litoraleña como la francesa, los hermanos Flores componen una de las propuestas argentinas más respetadas en el ámbito musical europeo, donde sostienen el estandarte de aquellos ritmos folclóricos que acompañaron su vida misma. Esta noche a las 22, en El Aserradero (Montevideo 1518), los rosarinos tendrán la posibilidad de reencontrarse con esa dupla que recogió elogios de creadores de la talla de Ariel Ramírez, el Tata Cedrón y Gustavo Beytelmann.
Claro que no fue otro que don Flores el que se erigió como referencia para sus hijos. "Nuestro padre, Avelino Flores, es un bandoneonista reconocido dentro del género. Fue él nuestro primer maestro, y nos criamos en ese ambiente, escuchando chamamé. Desde que tenemos uso de razón nos criamos entre músicos, escuchando los ensayos de mi padre, que se hacían en mi casa, en contacto con sus colegas. En ese ambiente no podíamos salir otra cosa que no fuera músicos", recordó Nini en su diálogo con Rosario/12.
Con un paso por la guitarra, fue él quien se volcó al acordeón, mientras Rudi consolidaba su vínculo con las seis cuerdas. Así, luego de algunos proyectos compartidos decidieron formalizar el dúo y a mediados de los `80, después de algunas actuaciones y de un disco grabado junto a dos cantantes, los Flores fueron convocados por el movimiento Alternativa Musical Argentina para presentarse como dúo instrumental en distintos festivales. Instalados en Buenos Aires durante poco menos de una década, en 1991 realizaron su primer incursión en Europa: "Hacíamos algunos viajes por cortos períodos, nos quedábamos dos o tres meses y después volvíamos, y así estuvimos por tres o cuatro años. En uno de esos viajes nos contrató la empresa nacional de electricidad de Francia para hacer una serie de conciertes. En 1995 nos volvieron a convocar y fue ahí cuando decidimos quedarnos en Europa".
Aquella decisión de desembarco, aunque pensada en un primer momento como una experiencia de un año de duración, se fue prolongando (hasta hacerse permanente) gracias a la aceptación lograda por la propuesta estética de una formación poco convencional. "Habíamos visto la aceptación que tenía esta música. Les llama la atención es la forma de tocar, los contratiempos, síncopas y acentuaciones que tiene el chamamé, además de su variedad de colores, que puede ser muy vivaz y alegre pero de repente puede ser muy nostálgico, melancólico. Pero sobre todo por el hecho de que el instrumento pueda sonar de otra manera, donde llama también la atención que haya un trabajo de dúo, porque la guitarra no hace solamente acompañamiento, sino que es más bien un diálogo entre los dos instrumentos".
En paralelo, la dupla fue recogiendo elogios de algunas figuras trascendentales de la música argentina que también habían adoptado a París como ciudad de residencia. "Los hermanos Flores representan para mí lo más auténtico y lo más profundo de la música tradicional argentina", apuntó el Tata Cedrón en 1996. Un año después, fue Ariel Ramírez el que lanzó: "Al virtuosismo han sumado un desarrollo temperamental poco común y han sabido traducir y transmitir el origen del chamamé. Todo ello ha consagrado a estos jóvenes como los representantes de mayor trascendencia entre los que han llegado al continente europeo desde Argentina". Con un grado menor de relación con la música folclórica, allá por 1999 el pianista Gustavo Beytelmann calificó: "La música de los hermanos Flores representa un magnífico modelo de equilibrio entre tradición y modernidad". Todo ello permanece hoy en la propuesta del grupo, que volverá a la ciudad para recorrer algunas de sus obras, permitiendo además la posibilidad de descubrir su personal visión sobre clásicos como Km 11, La calandria o General Madariaga.
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