Lunes, 12 de febrero de 2007 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › ESTRENO 2: "DIAMANTE DE SANGRE" CON DICAPRIO
Por Leandro Arteaga
Diamante de sangre 5 puntos
Dirección: Edward Zwick.
Guión: Charles Leavitt, C. Gaby Mitchell.
Fotografía: Eduardo Serra.
Música: James Newton Howard.
Montaje: Steven Rosenblum.
Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Djimon Hounsou, Jennifer Connelly, Kagiso Kuypers, Arnold Vosloo, Antony Coleman.
Duración: 143 minutos.
Salas: Monumental, Village, Showcase.
Los intentos del cine norteamericano por dar lecciones cívicas son, en estos tiempos, un disparate. El realizador Edward Zwick pareciera proponerse como una suerte de referente dentro de un cine industrial que, salvo honrosas excepciones, es tan mediocre como anodino. Zwick es el mismo responsable de la fascista Contra el enemigo (1998) y de la igual de lamentable El último samurai (2003), con un Tom Cruise que preservaba su peinado y su familia en el medio de la batalla más sanguinariamente hollywoodense. ¿Hace falta decir que la plasmación de un mundo como el japonés adquiere, en un film como éste, tintes ridículos y acordes con el proceder recalcitrante de Cruise?
En Diamante de sangre ocurre otro tanto. El escenario es Sierra Leona, Africa, 1990. Ahora es DiCaprio quien ocupa el puesto de estrella vacante, y el que atraviesa un periplo de redención ante tanto tráfico de diamantes y asesinatos. En el medio está la guerra civil que el comercio perpetuado por el primer mundo ocasiona. El objetivo radica en adquirir la mayor cantidad posible de las piedras preciosas para regular el juego de oferta y demanda y mantener los precios altos. Mientras los africanos se destruyen entre sí, la ayuda internacional es un simulacro burocrático y respetuoso de los intereses económicos.
El móvil del relato lo constituye el diamante que Solomon (Djimon Hounsou) esconde. Recuperarlo es asunto para el interés de varios. Aparece entonces la periodista que ilumina el corazón de DiCaprio (Jennifer Connelly) y la cosa se complica, porque surgen sentimientos donde parecía no haberlos. Y con esta excusa, Diamante de sangre pretende ser un fresco social de un problema enorme, en el que sin embargo prevalecen el rostro ceñudo de DiCaprio junto con las balaceras dinámicas y estéticamente atractivas, en las que, sin que uno se lo crea demasiado, DiCaprio se luce como el soldado más experimentado.
Al menos, entre tanta hipocresía hollywoodense, valga el reconocimiento a Djimon Hounsou, el notable actor que en Tierra de sueños (2003, Jim Sheridan) supo ser parte de un film creativo y crítico respecto del "sueño americano".
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