Martes, 31 de julio de 2007 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › CINCO PROPUESTAS ARTISTICAS CONTEMPORANEA
El remozado espacio de arte "Cultura Pasajera", ubicado en el Pasaje Pam, ofrece un menú variado de obras y estilos que pueden verse hasta fin de mes. Por otro lado, se inauguró el primer local de arte, llamado "El Cubo Blanco". "Es un gran desafío", señalaron sus propietarios.
Por Beatriz Vignoli
Cultura Pasajera está de regreso. Desde el primer viernes de este mes, con las paredes recién pintadas, reparados ya los daños causados por el granizo de noviembre en la claraboya y en una de las vitrinas del centro del Pasaje Pam (véase Rosario/12 del 6 de julio de 2007), el remozado espacio de arte de Córdoba 954 ofrece un menú variado de obras y estilos. En las cinco propuestas que pueden verse hasta fin de mes surge, sin haberlo buscado, lo cotidiano como elemento común.
En esta ocasión, el emprendimiento de Flor Balestra y Román Rivoire acaba de estrenar un local nuevo. Éste se divide en dos partes. Una es una sala de exposición con una gran vidriera al Pasaje, denominada "El Cubo Blanco". Detrás, hay un ámbito destinado a la venta de obras de arte: una versión ampliada de la ya tradicional "Trastienda en bruto" que funcionaba detrás de la (desaparecida) librería "Imaginen todo". "Este es nuestro primer local nada más que de arte", cuenta Florencia Balestra a Rosario/12. "No se trata (como las otras en el Pasaje) de una sala de arte arriba de un local de objetos, debajo de una marquería o detrás de una librería. Por eso mismo, es un gran desafío". La galerista explica que el Cubo Blanco está pensado de tal manera que los espectadores que transitan por el Pasaje puedan ver completamente su interior a toda hora, sin necesidad de que haya personal presente para abrirles la puerta. Según Balestra, es un ámbito que invita a plasmar ideas, más que propuestas puramente plásticas.
Durante julio lo ocupa una instalación de Lorena Ventimiglia, cortesía de la galería especializada en arte contemporáneo de Florencia Braga Menéndez en Buenos Aires. Titulada "Posibles orígenes de un final desafortunado", la instalación incluye una serie de pequeñas acuarelas sobre papel, una silla rota frente a éstas (que invita a sentarse a mirarlas, pero lo impide) y paredes intervenidas en celeste claro. Las imágenes de las acuarelas remiten a la iconografía de los antiguos libros infantiles con hadas, gnomos y árboles parlantes. Pero sus brevísimos textos, los parlamentos de los árboles, surgen como enigmáticos restos de una historia de amor que naufragó. Tanto las imágenes como su tratamiento pictórico remiten nostálgicamente a la inocencia del aficionado o del principiante, pero todo se articula en una unidad mayor: la ambientación en celeste que llena todo el Cubo, complementada por el símbolo trágico de la silla rota.
Más kitschen aún, más indiscernibles aún a primera vista de lo que no es considerado como arte, las dos pinturas y los tres objetos de Diego Vergara, "Libre y feliz", parodian el mal gusto pequeñoburgués en el uso decorativo de las figuras de pájaros. Las pinturas, realizadas sobre telas de algodón para confeccionar ropa, combinan técnicas de la llamada pintura sobre telas, una artesanía doméstica que puede aprenderse a través de fascículos coleccionables. Los objetos, minuciosos y detallistas, llevan el artificio hasta la exasperación: lo verde es corderoy, las mariposas son de plástico. No hay nada natural en este supuesto canto a la fauna, y en tal paradoja radica el sutil humor satírico de estas obras.
En resumen, la diferencia entre obra de arte y objeto no artístico puede ser invisible, como enseña Arthur Danto en "Beyond Brillo Box", su tesis sobre la caja de jabón Brillo de Andy Warhol. Jugando con las palabras, y homenajeando a su profesor, Emilio Bellon, Gabriela Gabelich tituló "Bellon Brillo Box" a una de sus instalaciones de cajas con backlights expuestas en el Pasaje. Los textos de las cajas fueron extraídos de un archivo que la artista formó recopilando textos sobre arte contemporáneo de diversos autores: Fernando Farina, Fernando Mosquera, Justo Pastor Mellado y Claudia Laudanno, entre otros. Las frases elegidas son muletillas o lugares comunes que, si bien no transmiten ningún contenido, producen importantes efectos de discurso al funcionar como inscripciones o marcas de inclusión en un determinado orden de discurso; en este caso, el discurso estético académico.
Gabelich comenzó a producir y a exponer con el grupo Rozarte, y pertenece así a la generación que articula el conceptualismo del sesenta con el arte contemporáneo de los noventa. De ella es también la pieza central del Pasaje: cajitas iluminadas que cuelgan del techo, donde se reitera una composición derivada de los cuadritos del comic para representar el pensamiento, jugando en los textos con las siglas de los museos de arte moderno y contemporáneo: MALBA/MELBA, MAMBA/MAMBO, MAC/BIG MAC, etc. Esta deconstrucción un poco crítica y un poco lúdica, este cruce ligero de los discursos institucionales y publicitarios fue un rasgo crucial en las poéticas de Rozarte (véase Rosario/12 del 17 de julio de 2007); el grupo surgió en 1989, cuando los vacíos dejados en las instituciones por los sucesivos quiebres de la dictadura y la posdictadura no habían sido llenados todavía por el mercado.
En la remozada vitrina, Mimí Zelicovich (hija de la escultora Emma Zelicovich) genera volúmenes a partir del plano y los organiza en una exquisita composición bidimensional: la novedad es que el material consiste en recortes de tela de jean, sobrantes de la industria textil de la ciudad. La elección de artistas y obras corre por cuenta de Balestra y Rivoire, con la colaboración de Mauro Guzmán (quien no fue curador en esta ocasión, sino marchand y descubridor de talentos).
En cuanto al espacio de la vitrina junto al baño, el curador Carlos Herrera seleccionó un video de Leandro Yadanza para pasar durante la inauguración. Titulado "A la mesa", el brevísimo video plantea en apenas dos tomas secuencia con cámara fija la cuestión de la autonomía de la obra de arte. Grabado en la cocina comedor de la casa del artista, con recursos de producción mínimos, es protagonizado por él y por otros "actores": unas pequeñas pinturas minimalistas en la tradición de la naturaleza muerta que sustituyen a los objetos reales en los ritos cotidianos de poner la mesa, servirse, comer, beber y lavar los platos. La representación ocupa así el lugar de lo representado, poniendo en escena el lugar común de que "no se puede comer del arte". Yadanza cursa la especialidad pintura en la carrera de Bellas Artes de la UNR y trabaja en el MACRO. Llegó a esta instancia laboral luego de haber pasado por diversos empleos, entre ellos el de mozo. Este video y otro anterior titulado "De cómo convivir con las cosas" surgen del workshop que cursó con Graciela Carnevale y Mauro Machado en El Levante.
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