CULTURA / ESPECTáCULOS › "INTERVENIDOS", EN EL CAFE DE LA FLOR
Surgido de la escuela de formación teatral La Sociedad del Angel que conducía María de los Angeles "Chiqui" González, el grupo homónimo llegó a su primer estreno allá por 1996, cuando bajo la supervisión de Gustavo Guirado pusieron en escena Botellas al mar. Más tarde el rol de director fue asumido por Román Gigena, y en el 2001 estrenaron Rey de corazones. Tras un impasse que se prolongó algunos años, el grupo volvió a trabajar ya con la dirección de Esteban Goicoechea, y luego de 18 meses de trabajo llegaron al estreno de Intervenidos, la obra con la que los sábados de agosto, a las 22, se presentarán en el Café de la Flor de Mendoza 862.
En relación al proceso de creación que la compañía asumió de cara a su tercer obra, Goicoechea apuntó: "Trabajamos mucho a partir de la improvisación, de la dramaturgia del actor a partir de imágenes conceptuales, de ideas. Después fui reescribiendo ese trabajo de improvisación y armando esta obra, que pinta todo un mundo. Porque si bien ni desde el texto ni desde el vestuario hay referencias concretas sobre un lugar o un tiempo, hay datos que pintan una especie de país en decadencia, un país donde hay actores oficiales del Estado que trabajan en un elenco que ha sido intervenido. Lo que planteamos mucho es contraponer la realidad y la ficción, ponerlas en escena para confrontarlas. Es algo que nos divierte bastante".
"La obra maneja muchos temas tensos, densos, y que aflojan siempre por un humor --completó--. No hay un estilo particular, sino que conviven varios a la vez, pero prevalece el absurdo, un absurdo que se vuelve cíclico en cuatro personajes desesperanzados. Y por momentos el espectador se está riendo y hay un cachetazo que les indica que no era para reírse. O al revés".
"En realidad conviven momentos muy realistas con otros que, por los gestos, son casi de caricatura. Y el humor es algo con lo que el grupo quería trabajar, pero no es televisivo, está lejos del chiste, es humor de situación. Si la gente se ríe es por lo absurdo de la situación, porque no es una obra cómica. Está sobre una pendiente, y hay espectadores a los que les pega más por agarrarse de la silla, mientras que otros se ríen todo el tiempo. Es un límite ambiguo, y nos gusta esa ambigüedad", concluyó Goicoechea.
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