Mar 21.08.2007
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › MUESTRA. EN LOS TÚNELES DEL CENTRO CULTURAL PARQUE DE ESPAÑA/AECI

Se huele la pintura fresca

Bajo el título "La espiral de Moebius o los límites de la pintura", esta muestra reúne a 13 artistas de Argentina y 9 de Brasil. Estos artistas poseen poéticas que presentan en común un espíritu renovador.

› Por Beatriz Vignoli

Desde el pasado viernes, en los túneles del Centro Cultural Parque de España/AECI (Sarmiento y el río) ha vuelto a sentirse un fuerte olor a pintura fresca como hacía dos décadas que no se olía en Rosario. Bajo el título La espiral de Moebius o los límites de la pintura, una muestra reúne a 13 artistas de Argentina y 9 de Brasil. Sus diversas poéticas tienen en común un espíritu renovador capaz de llevar la pintura más allá de las coordenadas del cuadro bidimensional y rectangular que la ortodoxia modernista le impuso al medio. La curadora rosarina Claudia Laudanno propone la espiral, banda o cinta de Moebius como un modelo topológico para entender esta nueva pintura, cuya superficie se tuerce para transformarse en el espacio de un recorrido infinito.

Todos estos artistas acreditan trayectorias internacionales signadas por el cruce entre dos polos comerciales y artísticos: Sao Paulo y Buenos Aires. Todos trabajan con galerías muy activas que han sabido insertar sus obras en el mercado del arte. Sus búsquedas responden al gusto contemporáneo. Para ellos la pintura incorpora, por un lado, nuevas dimensiones, tales como la profundidad o el tiempo; por otro, emancipada de su soporte tradicional, invade el ámbito de exposición. Aún en los casos en que conserva la tela y el bastidor, su superficie visual estalla: la unidad de la obra se fragmenta como en un collage, o se mezclan pintura y fotografía, o se encrespa la materia en olas de volumen. En ocasiones, el añadido de siliconas o resinas permite al pigmento trazar sus pinceladas directamente en el vacío del espacio real, pintando y esculpiendo a la vez.

La pintora abstracta argentina Silvia Gurfein, que viene del Neo Geo o nueva geometría, incorpora la dimensión del tiempo al representar sinestésicamente la música. Daniel Scheimberg (1957), que es rosarino y vive en Buenos Aires luego de residir varios años en el exterior, incluye el tiempo al pintar la escritura, pero también al desfocalizar o desenfocar sus imágenes. Esto obliga a un ajuste de la mirada por parte del espectador. Al principio, como dice el Talmud, "vemos como en un espejo oscuro". La imagen adviene recién al cabo de una espera. Converso al jasidismo, siempre fiel a la técnica del aerógrafo, Scheimberg hizo un largo recorrido desde sus abstracciones ópticas de los años setenta. Su obra de los noventa da un rodeo en torno a la interdicción mosaica de las figuras al volverlas abstractas precisamente por exceso de representación, por amplificación del detalle. Tal es el caso de "Matzot", close up extremo sobre la superficie de un pan ázimo. La pintura neo metafísica de Scheimberg tiende redes entre la filosofía y el cine, redes cuyos hilos pasan por el azar objetivo surrealista. En "The End" (2006), el último plano de la secuencia de créditos del film de Sam Mendes "Camino a la Perdición" (2002) es copiado letra por letra contra un primer plano de butacas a oscuras, como en una caverna platónica que también es alegoría de la muerte; el nombre de uno de los actores (Jude Law) remite por asociación libre a la ley judía, redimiendo quizás la fatalidad implícita en el título.

Fabián Marcaccio (Rosario, 1963) materializa el retorno de lo reprimido peronista en su perturbadora instalación "El rapto" (2007) que toma su título de un motivo tradicional pictórico pero alude inequívocamente a los secuestros perpetrados por la organización Montoneros en los años setenta. Casi obscena en su gran formato, en su sensualidad plástica y en sus inevitables asociaciones con la actual ola de escándalos de corrupción, una pila de fajos de dólares evoca el sentido de autofinanciación mediante el botín obtenido que tenía esa práctica. Los objetos (billetes, armas, explosivos) se distribuyen en un túnel claustrofóbico y despojado, inteligentemente elegido. Y una foto tratada con materiales corrosivos se transforma en una pintura gestual. Marcaccio hizo taller con Jaime Rippa, aplica a su poética ciertos conceptos de Gilles Deleuze y expuso en la Documenta 11 de Kassel. Vive desde 1985 en Nueva York pero dialoga de cerca con la historia argentina, como ya lo demostró en su gran pintante "Ezeiza" (2005), que fue exhibido en el MALBA.

Otro rosarino, Daniel García, explora en sus pinturas más recientes, con una mezcla de melancolía y humor, ciertos miedos colectivos. El monstruo, el extraño, el fantasma, el bandido, el ladrón: los rostros de lo totalmente otro conforman su galería de retratos, a los que se suma un mural. El antiguo arte del mural in situ, previo por siglos a la pintura de caballete, se redefine hoy como "site installation" pictórica. Hay varias en esta muestra. El porteño Pablo Siquier pega una compleja composición geométrica en vinilo negro que funciona como un claroscuro sin grises sobre la pared blanca de uno de los túneles. La santafesina Rosalía Maguid compone en otra pared con elipses y círculos muy Neo Geo. Estas formas puras intervienen sus fotografías manipuladas digitalmente. La autora las titula escotomas, es decir, puntos o zonas de ceguera parcial. Paradójicamente, la pintura en su obra tiene que ver con lo contrario de la visión.

Madre e hijo, Elsa y Agustín Soibelman dialogan de maneras diversas en el cruce entre la tradición expresionista y las imágenes que inundan el universo audiovisual de la actualidad. Elsa Soibelman pinta insólitos monstruos a partir de fotomontajes que fragmentan, al modo del Dr. Frankenstein de Mary Shelley o del collage dadaísta de Hannah Hoech, imágenes de cuerpos perfectos. Agustín Soibelman deja flotar en un espacio de luz verde o azul submarina, denso y bello como la memoria, rastros de alta y baja cultura que entrecruzan sus emblemas formando calembours joyceanos. En sus pinturas coexisten diversas velocidades y temporalidades: el virtuosismo y el garabato, el horror vacui con lo inconcluso. El neo pop magnífico de Carolina Antoniadis y el hiperrealismo detallista de O'Connor suman calidad al elenco argentino junto con Fernando Canovas, Gonzalo Sojo y Nicolás Robbio.

De Osmar Pinheiro (n. Belém do Pará, 1950; m. Sao Paulo, 2006) se muestran unas obras en pequeño formato que combinan fotografía, pintura y la difícil técnica de la encáustica. Henrique Oliveira, que mostró una gran escultura en la 16° edición de la Feria Arte BA, presenta unas "abstracciones de magma proliferante". Hildebrando de Castro extrae una belleza fría, atmosférica, de sus motivos provenientes del kitsch; Mariana Palma (1979) agiganta detalles de texturas para darles la intensidad de una alucinación; Tatiana Blass extiende en el bastidor sedas brillantes, en las que pinta planos neoconstructivistas. Manoel Veiga, Paulo Almeida, Chiara Banfi y Lia Chaia completan el envío brasileño. Esta imperdible muestra, que cuenta con el auspicio del Instituto Cervantes de Sao Paulo, la Embajada de Brasil en Argentina y el Museo de Arte Moderno de Sao Paulo, cierra el 16 de septiembre.

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