CULTURA / ESPECTáCULOS › OSVALDO MONTES TOCA Y SERÁ DECLARADO CIUDADANO DISTINGUIDO
Vivió la época dorada del tango en esta ciudad y luego se fue a Buenos Aires para tocar con Gobi, Mores, Stamponi y tantos otros. Viajó por el mundo y lo convocó Santaolalla.
› Por Edgardo Pérez Castillo
Testigo directo de la época dorada del tango en Rosario, Osvaldo Montes volverá a tocar esta noche en la ciudad en el marco de un acto que servirá además para que sea proclamado como "Ciudadano Distinguido", galardón que tiene sorprendido a un bandoneonista cuya humildad minimiza una currícula en la que se reúnen los nombres más importantes del tango argentino de las últimas seis décadas. Acompañado del guitarrista Aníbal Arias --con quien desde los 80 sostiene un dúo que recoge elogios por el mundo--, Montes actuará desde las 19.30 en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, en un espectáculo que podrá ser presenciado con entrada libre y gratuita.
En diálogo con Rosario/12, Montes (bautizado como "Marinero" en las épocas en que, en Buenos Aires, alternaba su labor musical con las tareas en un navío) sintetizó con un simple "estoy sorprendido" sus sensaciones en torno a la flamante distinción, y agregó: "He tenido la suerte de tener siete u ocho pasaportes, viajé por todo el mundo. Siempre me porté bien, si me pagaban procuraba cumplir, estudiar, llevar las partes. Fui reconocido sin que me dieran ningún premio".
Es probable que la simpleza de Montes se deba a que, siendo un niño, recibió un bandoneón como simple pasatiempo en tiempos familiares complicados. "A mi padre le gustaba nadar y cruzaban a la isla para comer un asado en la isla y volvía. Pero se le metió un bichito vivo en el oído, lo que derivó en una complicación que hizo que estuviera casi dos años internado. Y en ese momento en que mi papá estaba internado, mi mamá que estaba tan ocupada con él me compró un bandoneón para que me entretenga un rato. Me lo tomé tan a pecho que de día trabajaba en una empresa chiquita, después iba a la Escuela Lavalle y cuando tenía tiempo hasta altas horas de la madrugada me quedaba tocando el bandoneón", recuerda.
Por aquellos tiempos Rosario era una escuela viva para los músicos del tango, y Montes sacó provecho de ello: "A mí me tocaron unas camadas hermosas, el Gallego González, Antonio Ríos, Barboza, el Cholo Montironi, con quien estuvimos varios meses tocando juntos en París. Después entré con la orquesta de Raúl Bianchi, donde me ayudó muchísimo Miguel Martino. El otro bandoneón, Pontino, era excelente, pero Martino estaba preocupado porque yo hiciera las cosas bien, y me decía: `En cualquier momento tengo que dejar y vos vas a ser solista de bandoneón`. Todo lo que me dijo se dio, y no me dejé llevar. Porque a mí me cuesta mucho trabajo, no es como a otros que les es fácil. Cada trabajo que agarro siempre tengo que estudiar dos o tres veces más que los demás, y eso me ayuda a tocar muchas veces de memoria".
Luego llegaría la incursión a Buenos Aires y su participación en las orquestas de Miguel Nijelsohn, Alfredo Gobi, las presentaciones en bares como el mítico Caño 14, la ayuda de nombres como Federico, Plaza, Marcucci, Ahumada. "Siempre procuré ganar la confianza que me habían dispensado con altura: cumpliendo con lo que tenía que trabajar. Pero si tenía que comer, tomar o gastarme unas copas lo hacía después de trabajar, que era más lógico que ninguna otra cosa", confiesa Montes, que luego ingresaría a las orquestas de Mariano Mores y Atilio Stamponi, y más tarde en la Orquesta del Tango de Buenos Aires, donde aun hoy se desempeña.
A punto de realizar su decimosegunda visita al Japón con Ricardo Arias --con quien además es docente durante la semana del tango que se desarrolla en el colegio musical de Copenhague en Dinamarca--, Montes encuentra en esa formación reducida un placer extra: "Disfruto que tenemos que tener conocimiento de nuestra profesión. En mi caso me pasó que durante tantos años con Federico, cuando él estaba con Grela en Caño 14, cuando se enfermaba alguien, inclusive algún pianista, yo lo tenía que suplir y aunque me costaba trabajo no me rendí. Pasé un montón de vergüenzas pero se me hizo profesión".
Notable bandoneonista, Montes fue convocado para participar de Café de los Maestros, el proyecto impulsado por Santaolalla, el mismo que masificó la fusión de tango y electrónica con su colectivo Bajofondo. Testigo de la vieja escuela tanguera, Montes se muestra abierto a los cambios, siempre que haya un conocimiento que los respalde. "De todas las cosas que sean nuevas, y puedo tener en el interior alguna cosa que no es necesaria decirla, me gusta la gente que estudia. Como en el momento en que decían que Piazzolla no era tango, y mientras ellos discutían Piazzolla escribía y ellos estaban jugando a las cartas o discutiendo a ver qué era el tango. Hubo cosas de Piazzolla que no llegué a entender porque eran muy de avanzada, pero hubo otras que me deslumbraron".
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