Gustavo Terés, secretario gremial de Amsafé Rosario, manifestó ayer la preocupación de los docentes ante los "cada vez más frecuentes" casos de violencia dentro de las escuelas, como ocurrió la semana pasada en el colegio Manuel Belgrano, donde un chico ingresó armado y gatilló varias veces a sus compañeros. En ese sentido, pidió que haya políticas de Estado específicas. Por eso, exigió que se implementen "en todas las escuelas" los equipos interdisciplinarios, para que estén en el día a día de la institución y "tengan un seguimiento de los estudiantes, para prevenir casos de violencia contenida". De todos modos, recalcó que "lo que ocurre dentro de las escuelas no es más que el reflejo de lo que sucede en el resto de la sociedad".

-¿Cómo analizan desde el gremio la situación del chico que ingresó armado a la escuela Manuel Belgrano? -preguntó Rosario/12.

- Lo primero que tenemos que reflexionar es sobre el estado de situación de la sociedad. Me parece que es lo primero, porque en nuestra sociedad actual se promueven una serie de modelos, que generalmente no son los deseables, y son los que pueden asimilar los chicos. Acá hay una crisis muy grande que impacta al interior de los establecimientos educativos. La escuela no puede ser una institución desconectada. Hay que pensar también en el ámbito familiar de los chicos.

- ¿Cómo puede responder la escuela a esta problemática?

- Esto se pude solucionar o prevenir, buscando actitudes previas de los alumnos, porque ellos nos van dando señales de lo que les está pasado; pero para eso hay que tener una serie de dispositivos y de recursos humanos que hoy el Estado no provee. Actualmente, hay una mínima cantidad de equipos interdisciplinarios; pero todas las escuelas secundarias tendrían que tener un preceptor por curso, tutores, y que cada cinco o seis escuelas haya equipos de contención con psicólogos, psicopedagogos y asistentes sociales. Lo importante es que esto debería aplicarse sobre todo en el nivel medio, porque es donde la crisis más ha impactado. En la etapa de la adolescencia es cuando se dan los cambios y la búsqueda de un horizonte y perspectiva de vida, que actualmente no existe. Antes, la secundaria buscaba insertar a los jóvenes en el mercado laboral o en la universidad; en cambio, hoy cuesta mucho pensar qué será de esos chicos cuando terminen sus estudios medios, porque el horizonte de hoy es el trabajo precario, o peor aún: la desocupación.

- ¿Cuáles son las políticas que para Amsafé debería afrontar el Ministerio de Educación en este tipo de problemática?

- Hay que generar dispositivos de prevención. Porque un docente que trabaja entre 35 y 40 horas cátedra y que va cambiando de escuela en el día, no puede tener un seguimiento de todos sus alumnos; muchas veces los termina de conocer en su totalidad cuando finaliza el primer trimestre. Además, en los establecimientos más postergados existen situaciones de hacinamiento y espacios inhabitables, donde los jóvenes siguen la apología del barrabrava, el hacer plata fácil, lo que no ayuda para nada. Frente a eso, la escuela está en total desventaja. Los profesores también están en esta situación de vulnerabilidad, porque hay muchos casos de agotamiento por stress, y por temas que los superan cuando conviven con situaciones que hacen que se desgaste nuestra psiquis. Hay que pensar en un seguimiento permanente, que sólo puede hacer un equipo interdisciplinario, porque hay chicos que tiene mayores dificultades que otros y en diferentes temas. Los docentes tienen que centrarse en la tarea de enseñar, y no se les puede pedir más.

- ¿Cómo debería ser el seguimiento y qué solucionaría?

- Los riesgos serían menores porque hoy la escuela se presenta mucho más compleja de lo que era 40 años atrás. Pero, no necesitamos equipos de trabajo que estén dentro de la sede de Gobierno, porque de esa manera acuden únicamente ante un hecho límite. Lo importante es que intervengan antes que eso suceda, estando en contacto con los chicos.