"¿Puede una persona desaparecer de a pedazos? Porque a la Eulogia le desapareció la cintura". Inodoro Pereyra.

El intendente propone el día Fontanarrosa. Ahí, me juego, está la mano de la enorme Chiqui que a pesar de haber emigrado a la Casa Gris sigue creyendo e influyendo para que la creatividad y la patria residan en otro lado distinto al bronce ahuecado de voz engolada. Seguro. Y uno se entusiasma. ¿Cuántas ciudades del mundo bajan la voz como hace un año, circulan sin bocinas, se saludan y evitan hablar del tiempo para penar por la muerte de un artista?

Ya casi pisando el 19 de julio, un año atrás, yo caminaba hacia LT3 invitado a un programa y sólo cruzaba gente que había inclinado la cabeza hacia el suelo, paseaban sus perros con mecánica voluntad y, los que te hablaban, pocos, se preguntaban cómo había podido ser. Era, como me dijiste, un páramo de existencialistas ratificando con su tristeza que la vida no tenía el sentido esperado. La muerte de él era un ensayo doméstico de la ingratitud de todo. El Negro Fontanarrosa murió y partió la alegría en mil pedazos ya hace casi un año. Entonces es bueno que el alcalde de la ciudad piense que a los buenos hay que honrarlos, que a los talentosos hay que contarles que se los recuerda. ¿Pero justo el día de su muerte?

Si es cierto que a San Martín nadie le presta atención el 25 de febrero (el Negro, seguro, le achacaría al padre de la Patria una cierta desprolijidad en el nacimiento estival) ni a Belgrano se lo piensa el 3 de junio (¿alguien me sabe decir el porqué es el recuerdo el 20 de la muerte y no el 3 del natalicio?) no menos real es que el reciente Día de la Bandera permitió que la mayoría de los periodistas recordáramos la fecha de la creación de lae enseña patria, el lábaro sagrado, el paño albiceleste, olvidándonos del 27 de febrero. Ni te cuento el día que el mismo Scioli que hoy es kirchnerista químicamente puro fungía de menemista de la primera hora y sancionó la idea de fines de semana largos corriendo las fechas menos simbólicas (sic) a lunes o viernes turísticos. Belgrano quedó nominado y San Martin pasó a la siguiente rueda. Ya se dijo cientos de veces que eso es la necrofilia clásica (la lista sigue con Perón, Eva, Favaloro y tantos. Salvo Guevara y eso que murió en "período de actividades laborales" un 9 de octubre) que viene a ser una especie de amor por todo lo muerto. Los que saben se encargan de explicar que en realidad esa tendencia es en realidad es una parafilia que tienden a tener atracción sexual por los cadáveres. Prefiero quedarme con la primera explicación porque se me hace difícil creer que seamos una nación con la otra pervesión y creer que sabemos mejor llorar con el recuerdo que recrear el día del parto de los próceres con comadronas gritando "fue varón" y una tía deseándole al futuro prohombre un destino histórico. Creo. ¿Por qué ningún acto escolar ﷓es digresión﷓ imaginó a la partera ayudando a Gregoria Matorras a pujar o a Paula Albarracín con panza de nueve meses?

Y entonces, Fontanarrosa será celebración el 19 de julio. Algunos quisieron correr el día del amigo para esa fecha desplazando la iniciativa tan argentina como la birome, el dulce de leche y la picana del Dr. Febbraro de recordar el alunizaje. No funcionó. Y nos empeñamos, con buena intención oficial, es cierto, es pensar en la muerte del Negro.

Roberto Fontanarrosa nació acá el 26 de noviembre de 1944. Su barrio y su familia siguen por estos lados y las marcas de su paso por bares, librerías, teatros y casas están indelebles. ¿Es preciso, entonces, empeñarse en volver a aquel día triste de hace un año? Verdad es también que el Negro enseñó que las valoraciones bueno﷓malo, vulgar﷓culto son un capricho inexplicable. Como mero aporte de un admirador algo cholulo de nuestro poeta me gustaría sugerirle a Lifschitz que repartiese gratis un millón de cassettes, discos compactos o pentdrives con el discurso de Roberto en el Congreso de la lengua (ya sé que está en youtube pero la propiedad material de la obra te hace creer que es un original firmado) en donde barajamos la chance de que las malas palabras son las que le pegan a las buenas o son las de mala calidad. Y, sigo sumando con desinteresada voluntad, Chiqui González podría declarar de interés provincial para la fecha el juego del tío Berto que los primos Fontanarrosa usaban de pibes encerrándose en una pieza oscura a decir malas palabras. El lo contó y la gran Tini es mi testigo.

Una de las veces que esperaba para hacerle una entrevista que le propuse para hablar sobre cosas no tan directas como su laburo, sus pasiones sino sobre el sentido de la vida, el Negro me dijo que estaba leyendo un ensayo sobre la muerte de un escritor húngaro. Se puso serio. Pero no le creí. Como esperé el remate gracioso, no le pregunté el nombre del autor. El hizo un silencio y me dijo. "Como el tipo es famoso lo toman en serio. El Inodoro dijo lo mismo hace años y ni lo consideran para el Príncipe de Asturias". Inodoro decía que la muerte nivela a guenos y malos, siempre. El problema es que lo hace para abajo. Ese genial gaucho creía que prometer hasta que la muerte nos separe era una incitación al homicidio a la Eulogia, esa mujer que, según Inodoro, no era gorda sino un bastión contra la anorexia apátrida nació de las manos de que una vez sostuvo que la muerte era una muy costosa comprobación de que lo que de verdad tiene sentido, es la vida. Me lo contó sentado en la Biblioteca Argentina, rodeado de los mejores libros. Haciendo juego con ellos. Su gran Tini no me va a dejar mentir porque ella estaba ahí también. Después de eso, me miró fijo y me dijo: Así que no me rompas con preguntas pelotudas sobre la muerte. Tenés un millón más interesantes de mi vida.

Con todo aprecio por la idea, el día de Fontanarrosa debe ser otro. Ya hay bastante muerte insepulta por estas pampas como para no pensar que lo mejor que ha hecho esta vida fue parir a un rosarino que jugó en la primera de la diversión nacional. Y eso, fue un 26 de noviembre. Que lo parió.

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