Sábado, 20 de septiembre de 2008 | Hoy
Por Gary Vila Ortiz
La Biblia, que en griego significa colección de rollos de papiro, tiene distinta cantidad de libros en la Biblia católica, protestante o hebrea. Para los católicos hay 72 libros, pues incluyen los seis libros que son llamados deuterocanónicos, todos ellos pertenecientes al Antiguo Testamento: Tobías, Judit, I y II de los Macabeos, Sabiduría de Salomón, Eclesiástico (cuya ubicación se encuentra, en algunos casos, después del Ecclesiastés) y Baruc. Los libros canónicos de la Biblia hebrea, es decir, el establecimiento definido del canon, lo hizo una reunión de rabinos en Jamnia entre los años 90 y 100 después de Cristo. Los libros que hemos recordado no fueron reconocidos por los judíos de Jamnia, pero los judíos de Alejandría sí los reconocieron aunque fueron relegados a la categoría de apócrifos.
El Cantar de los Cantares se encuentra entre los libros canónicos y figura, en la Biblia protestante, después del Ecclesiastés y antes del libro del profeta Isaías. Es un libro que consta de solo ocho capítulos y es uno de los libros que ha provocado no pocas polémicas, al menos entre los Padres del cristianismo. Recordamos esto ante la lectura de El Cantar de los Cantares en un pequeño libro que lleva un prólogo de la ensayista y novelista inglesa A.S.Byatt.
Debemos precisar que la primera versión al español del texto integral de la Biblia fue realizada por Casiodoro de la Reina (en algunos libros Casiodoro de Reina), un jerónimo sevillano (para otros un morisco granadino), que debió huir de la Inquisición y buscó refugio en la Reforma. Fue entonces, luego de un trabajo de diez años y de un largo peregrinar por algunas ciudades de Europa, que terminó su trabajo en Basilea, en 1569. Pero como Casiodoro de la Reina decidió no poner su nombre como autor de la traducción, pues pensó que si ponía ese dato, el libro no podría entrar en España; su libro se conoce como la Biblia del Oso, que es el que utiliza A.S.Byatt para su prólogo. La Biblia del Oso es llamada así pues el logotipo del impresor es un oso comiendo de un panal de abejas. Esa impresión era tan sólo de 1100 ejemplares y se imprimió en forma clandestina. Es esa versión de Casiodoro de la Reina la que, retocada por Cipriano de Valera, usan, creo que hasta el presente, los protestantes de habla española. Tenemos una edición de 1909, que es la que he cotejado con el librito que contiene El Cantar de los Cantares, con el prólogo de Byatt, impresa por Muchnik Editores y está incluida en lo que, presuntamente, es una colección llamada la Biblia Laica.
La Biblia del Oso tiene, al menos en esta edición, una disposición de los ocho capítulos del Cantar no en los versículos habituales sino topográficamente en forma de poemas, un total de diez y ocho. Si se cotejan estos poemas con los de la Biblia de Casiodoro de Valera, las diferencias no van más allá de esa disposición en la página. Lamentablemente, la Biblia del Oso se considera una rareza de biblioteca y es de difícil acceso, y constituye para los que presentan el libro algo así como un eslabón perdido de la literatura clásica castellana.
Un ejemplo podría aclarar esas diferencias formales: los versículos cinco y seis del primer capítulo, en la Biblia de Valera, expresan: "Morena soy, oh hijas de Jerusalem, mas codiciable; como las cabañas de Cedar, como las tiendas de Salomón. No mireis en que soy morena, porque el sol me miró. Los hijos de mi madre se airaron contra mí, hiciéronme guarda de las viñas; y mi viña que era mía no guardé".
En la Biblia del Oso:
"Morena soy, oh hijas de Jerusalén, mas de codiciar,
Como las cabañas de Cedar,
Como las tiendas de Salomón.
No mireis en que soy morena, porque el sol me miró.
Los hijos de mi madre se airaron contra mí,
Hiciéronme guarda de viñas,
Y mi viña, que era mía, no guardé."
En los ocho capítulos de la hecha por Cipriano de Valera, son esa disposición y la división las que transforman los versículos en poemas cuyo título es el de la primera línea. Hay antecedentes de las versiones al español, como la llamada Biblia Alfonsina o la Vulgata de San Jerónimo, pero ninguna es completa. Fue la Inquisición que por temor a la "contaminación luterana" puso numerosas dificultades que prácticamente acabaron con la corriente bíblica española.
El descubrimiento de nuevos manuscritos, como el de 1947 de los rollos del Mar Muerto, hizo que la cronología de los escritos bíblicos se fuera modificando con el paso del tiempo y frente a esos descubrimientos. Recordemos que Salomón, rey de los hebreos entre el 970 y 945 antes de Cristo, fue célebre por su sabiduría. Según algunos autores, le pertenece el Cantar de los Cantares, parte de los proverbios, la Sabiduría, el Eclesiastés y el salmo 72, aunque hay que considerar que esa atribución no tiene mayores fundamentos.
En un próximo artículo intentaremos agregar a estas líneas la particular disposición que tienen los libros bíblicos en la llamada Biblia Latinoamericana, la edición pastoral aceptada por el catolicismo. Fue un regalo de un sacerdote fuera de la común por sus actitudes, Chiquito Avigliano. Lo de Chiquito, me lo permito ya que compartí con él todos mis estudios secundarios en el colegio de los Hermanos Maristas. Y para los alumnos que fuimos sus compañeros, el padre Avigliano fue el punto de referencia que nos acompaña hasta estos días en que nosotros tenemos la conciencia de habernos desviado, pero en la que Chiquito permanece por una disposición del espíritu que complacería, creo, a un Jacques Maritain.
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