rosario

Sábado, 20 de septiembre de 2008

CORREO

Concejales

Si ahora se pretende aumentar el número de representantes de la ciudad debemos meditar qué beneficios puede reportar a nivel de la democracia local en sus fases representativa y participativa. A nivel representativo quedó claramente evidenciado que la reducción de bancas, no solo avasalló la autonomía municipal, sino que aniquiló a las minorías. Las estructuras políticas chicas quedaron afuera del Concejo ya que la reducción aumenta notablemente el piso mínimo para acceder a una banca. Como contrapartida beneficia a las mayorías. La policromía política tan necesaria en las sociedades multiculturales como la nuestra desaparece si las minorías no pueden acceder a la representación formal de sus demandas sociales. Otro efecto nocivo es que algunas minorías se alían con las grandes estructuras políticas lo que conlleva generalmente la pérdida de identidad ya que tienden a mimetizarse con las que tienen más poder y encolumnarse tras la llamada disciplina de bloque. Como consecuencia se defrauda a los electores y se empobrece la democracia. Claro que este diagnóstico no será completo si no se evalúa el desempeño de la democracia participativa local. Notamos que, cada vez más, el Concejo en los Barrios se desaprovecha. Si los proyectos de los vecinos no se ejecutan los participantes se desaniman y descreen del instrumento. No puede permitirse que un instrumento valioso de participación se desaproveche porque la cabeza de la institución descrea del mismo. Las políticas públicas no tienen dueño y deben seguirse si son buenas, corregirlas o eliminarlas si son malas. A su vez, el presupuesto participativo, que no es de origen del oficialismo local, lo adoptaron como propio y sin embargo tiene más publicidad que éxito. La participación real es mínima y esto lo demuestra la raquítica cantidad de rosarinos que vota los proyectos, eso si, electrónicamente. El presupuesto participativo es una parte muy pequeña del presupuesto general del municipio y para colmo se distribuye en violación a la ordenanza municipal que establece un índice de carencia para favorecer a los distritos en peores condiciones. Paradójicamente se creó un Observatorio Social. La llamada descentralización municipal es en realidad una desconcentración administrativa. Son meras sucursales. Una verdadera descentralización del poder implica que en los distritos se puedan tomar decisiones y que sus responsables sean elegidos directamente por los vecinos.

Roberto Sukerman

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