Domingo, 1 de febrero de 2009 | Hoy
Por Horacio Vargas
Desde La Habana, Cuba
I
* Las historias de hoteles sirven para narrar, también, la historia reciente de un país. El Habana Hilton, por ejemplo, ubicado en la calle L, entre 23 y 25, en el barrio llamado Vedado, fue inaugurado el 19 de marzo de 1958, en la capital cubana. Fue, en su momento, uno de los edificios más altos de América Latina y aún hoy, su imponente estructura, sobresale desde cualquier punto de La Habana. El hotel, de la cadena del empresario yanqui Conrad Hilton, fue pensado como lugar de ocio de la burguesía de todo el mundo. Lo que el pobre Conrad no imaginó es que en menos de un año, los barbudos de Fidel Castro entrarían a la ciudad y se apoderarían del hotel. El nuevo nombre parecía cantado: "Habana Libre". El 8 de enero del 59, Fidel toma posesión del Hilton con sus muchachos, los de los fusiles en mano y rostros cansados por la batalla final, quienes se esparcen en el piso del hall del Hilton hoy la foto se reproduce en una exposición en la planta baja del hotel y observan los detalles de la arquitectura. El 19 de enero, Castro ya cómodamente alojado allí da su primera conferencia de prensa a periodistas extranjeros en la suite 2324. En el 61, Fidel cambia de habitación, pasa a la suite La Castellana; los representantes de la primera embajada soviética ocupan los dos primeros pisos; el Che Guevara asiste a torneos internacionales de ajedrez. Hoy el Habana Libre concesionado al grupo Sol Melíá está inundado de turistas extranjeros, y la casa se reserva el derecho de admisión, un cartel vergonzoso en un país socialista.
El Hotel Nacional (en la foto) está muy cerca del Habana Libre, sus jardines dan al malecón. Fue construido en 1930 y desde 1982 es Patrimonio de la Humanidad. Su belleza arquitectónica es luminosa. Su pasado, sin embargo, es oscuro. Los gerentes norteamericanos del hotel ejecutaban el racismo impidiendo el ingreso, por ejemplo, de la bailarina negra Josephine Baker y los capos de la mafia norteamericana llegaron a reunirse en uno de sus salones para acordar la estrategia del futuro, que no era otra cosa que ampliar las redes del juego ilegal y tomar al Nacional como cuartel general. Pero entonces llegó Fidel y todo terminó. Los gerentes del hotel huyeron del país y Camilo Cienfuegos uno de los líderes de la revolución se encargó de designar a un empleado del casino del hotel como nuevo gerente y traspasar la dirección a sus trabajadores. La primera medida que tomó Fidel fue espectacular: Mandó traer del campo, a decenas de campesinas, las que ocuparon habitaciones del Nacional mientras realizaban un curso de corte y costura. El Nacional es un paso obligado para aquellos que quieran volver al Siglo XX.
II
* Un taxista cuenta en tono exclamativo al turista rosarino lo que vendrá: Los cubanos y cubanas podrán ocupar habitaciones en hoteles hasta tres estrellas, parece un dato menor pero no lo es. Durante muchos años, ese deseo estuvo prohibido por el gobierno.
* Tomar un helado en Coppelia o ir al cine es para los cubanos una cita obligada, los precios son irrisorios (uno y dos pesos nacionales) pero lo sorprendente para el ojo extranjero es la larga cola que deben hacer para acceder a un poco de ocio. También tienen que hacer extensas filas para tomar la guagua o comerse un hot dog, de parado, frente a un pequeño local a la calle. No hay quejas, todo transcurre en un clima de fraternidad y esperanza.
* El joven salvavidas de la playa de Varadero le pregunta a mi hijo Sebastián, de dónde es. Supongo que lo delata la camiseta de Central que lleva puesta. "Sí, soy de Rosario, Argentina, el lugar donde nació el Che Guevara", le contesta. Pero el "bañero" no sabe quién es ese hombre. Sólo le interesa venderle una caja de cigarros Cohiba a buen precio, oculta de la patrulla policial.
* Sábado a la noche en La Habana. Un policía señala con su aparato de comunicación a un joven, en una de las calles que terminan en el malecón. Lo separa de su grupo y le advierte que será denunciado "por alteración del orden público". El joven está sorprendido, gesticula, "pero si sólo le hecho una pregunta", aclara, y sus amigos también se suman al coro de protesta.
* Un joven mulato sale de una de las casas inhabitables del centro de La Habana y enfrenta al turista rosarino. Ofrece cigarros, botellas de Ron, pide un regalo, "una ropita". Enfrente, hay un local con un cartel que dice CDR. Comité de Defensa de la Revolución. Contradicciones.
III
* "Lo que se recauda es para el pueblo", dice un cartel de ingreso a Varadero, uno de los balnearios top de Cuba, donde surgen, como hongos, turistas canadienses y rusos detrás de mojitos.
* El canal educativo emite el programa "Curso de superación profesional", va todas las tardes. Otro canal da "Nano", una vieja telenovela argentina. Y Televisión Rebelde organiza espacios soporíferos de debates sobre el cierre de Guantánamo y los ataques israelitas al pueblo palestino.
* Los empleados del hotel de Varadero están reunidos en asamblea en el teatro del complejo hotelero. Es de mañana y una brisa fresca hace más soportable la jornada. Sobre el escenario, sobresale una fila de diez personas. Una mujer vestida con uniforme azul y blanco, está unos pasos más adelante del grupo, parada frente a un micrófono. Está explicando que una supervisora de administración no cumplió con sus obligaciones laborales, como no entregar en tiempo y forma, informes contables. El tono resulta lapidario. La empleada "acusada" está entre la platea. Sube al escenario, toma la palabra, se la nota nerviosa, admite que hubo demoras pero es firme en aclarar que muchos de los estudios que le reclaman ya fueron entregados. Y la asamblea de trabajadores -una forma extraordinaria de democracia directa, donde hasta los jefes son cuestionados- se da por informada.
* La Universidad está desbordada mayoritariamente de estudiantes negros y mulatos, quienes se reúnen en grupo debajo de las copas de los árboles, en patios frescos, para discutir el futuro.
* Domingo de sol y humedad. Ultimo día en La Habana. Mi mujer ingresa a una escuela. Un grupo de chicos juega al béisbol en uno de los patios. En otro sector, un padre lanza la pelota y su niño extiende con esfuerzo el bate. Un joven, parado en la puerta de ingreso, le cierra el paso. Ella lo interroga y el joven maestro explica por qué la escuela permanece abierta los fines de semana, donde padres de alumnos realizan guardias obreras, y confirma que los chicos durante la semana comen en su escuela, como en la Rosario periférica.
IV
* Playa Paraíso, playa Serena. Están en Cayo Largo, un archipiélago sobre el mar Caribe, a 30 minutos en avión de La Habana. Tierra virgen, territorio extenso que resiste la llegada de las multinacionales, arena fina, el color turquesa del mar. El edén existe.
* "Papa" Hemingway tenía razón: El mejor Daiquiri de La Habana se sirve en el restaurante Floridita.
* El hombre viejo carga con varios ejemplares del célebre Granma, el diario oficial de ocho páginas que destaca en su portada la llegada de la Presidenta argentina. "Los argentinos que vienen de turistas a Cuba parece que no la quieren", dice parado en el centro de la Iglesia Catedral, en el corazón de la Habana Vieja que, como dice el amigo Miguel Roig, es una de las últimas maravillas del mundo.
* Mi hijo Agustín comete una trasgresión. Con un lápiz escribe al costado derecho de la pared del frente de La Bodeguita del Medio, sobre un fondo de pintura blanca, "el Che era de Rosario Cen...", pero lo sorprende un vecino que viene cruzando la callecita, al grito de "joven, ¡qué está haciendo!". El graffiti inconcluso está allí, imborrable, para que lo lean los turistas del mundo.
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