Viernes, 13 de marzo de 2009 | Hoy
Por Bea Suárez
Caramba... esta crisis no tiene origen. No se sabe quién es el culpable, qué asunto la ocasionó, de donde fue saliendo y creándose. No. Todo es global, el universo entero de pronto empezó a caerse (como un montañista que no logra precisar la piedrita de su resbalón).
El mundo. ¡Ahí está!... El mundo es el responsable, el universo que, al caerse, se puso a gritar con voz de hoja seca y provocó un otoño que se transformará en invierno prontamente (dice Santo Biasatti, mientras mira con cara de oler ácido sulfhídrico).
Estábamos acostumbrados a echarle la culpa a Estados Unidos, pero ahora ni eso se puede, Obama tiene una pinta de negro bueno que de ninguna manera encaja con un ogro que estuviera haciéndonos semejante cosa (Fuera Bush... vaya y pase).
Italia, España, hasta la Bolsa de Gran Bretaña, caen, los países asiáticos no compran, en Japón se suicida gente, Disney despide empleados, cierran empresas, la General Motors, se vende el City Bank, el campo se funde y coloca vergüenza en silobolsas, no hay turismo en centro América.
¿Desde dónde se disparó el desasosiego de todo y de todos?.
Evocar un origen es (muchas veces) un mito, pero ésto no se soporta. Uno quiere saber para odiar, protestar, hacerse la correspondiente mala sangre y tener un blanco a quien darle con un caño. No es justo.
Crisis sin padre y madre fijos, ni Wall Street, ni el dólar, el euro, el precio de la soja.
Tuvimos atisbos de causa en la sequía, muchos creímos que por ahí venía la cosa, después se vio que no. Llovió y no pasó naranja.
Un problema que aflige a las naciones, se pierden empleos en Brasilia, Chicago, Alcorta o Firmat.
El más allá es el responsable, sí, eso sí, el otro, un otro del cual no existe nombre. Resoplidos de desintegración sin huella digital provenientes de territorios inespecíficos a la vez.
Crisis oval, indirecta, que dará picotazos al comercio, al campo, al mar. Todas las materias se verán afectadas, ráfagas de aire insufrible han de respirarse por doquier y nadie logra señalar con el dedo.
No viene de ricos ni banqueros, no hay origen triple ni divino; es algo cáustico per se, que da y dará corrosión aún más grande, que enchastra desde ya el mañana desde la tele o radio, y que parece no tener remedio. No existe un sádico que goce, solo víctimas que la esperamos.
Menuditos, vamos cada mañana a trabajar sabiendo que un lejano molino se estará cocinando crisis a la provenzal, una salsa que puede devaluar el salario, y otros desastres. Nos preguntamos de que sirven la eficiencia o la puntualidad si tal vez no podremos comprar los fideos que otrora nos unieran en domingo.
Chiquititos y frenados, marcamos tarjeta sin respaldo y con la perplejidad de un niño. El cajero no alcanza, las escalinatas del vivir se hacen mas altas y el futuro se ensucia una vez más como el Riachuelo.
¿Resultará descomunal no darle bola y seguir con las homeopatías del día, esas que no tiran bombas ni salen en los diarios, el mate, el Buendía diminuto con que alguien saluda a su vecino? ¿No hay acaso que apagar la caja negra paralizante y seguir escribiendo despacito ese poema guardián que nos protege del cataclismo enorme y del mercado?.
¿No será una mentira, un vericueto que cada tanto nos mete, con ojo único, en laberintos sin puntos cardinales que solo atentan contra lo mas valioso?.
Esta crisis proviene de ese mundo de masa falsa que nada tiene que ver con los mejores truenos de cada uno.
Estoy segura.
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