Domingo, 4 de octubre de 2009 | Hoy
Por Sonia Catela
Porque hay clientas y clientas. Pongamos por caso, entra una y dice: Buenos días cómo estás, y ese cómo estás puede ser un comienzo más o menos, a veces trabajan, son empleadas como una y te charlan, las mocosas no, hacen como que escuchan, te van esperando hasta que terminás y entonces te largan "gracias buscábamos otra cosa", salen como reinas y se despanzan de risa, se te ríen en la cara detrás de la vidriera; "pibe, ¿no ves que estoy atendiendo? no, no tengo nada para darte. Volá, ma' bueno sí, tomá un diez"; son una plaga estos chicos, a cada rato molestan y después la maldita, la dueña, me reta y suma el facturero, el facturero en negro, claro y rezonga, pocas ventas y que me va a echar; bueno, a mí me gusta venderles a las cuarentonas, ponele, de plata; ya saben lo que quieren, no les importa gastar, nada las enloquece, "a ver ése, el blanco de mohair", doscientos setenta, señora, "¿es legítimo?" te preguntan, siempre te preguntan si la angora, el pelo de conejo, el bremer o lo que sea, es legítimo; lo examinan como si no te creyeran, lo dan vuelta, buscan la etiqueta, desconfían, si están con una amiga la consultan, piden lo más caro, como que se desquitaran de que son viejas y feas ¿no? y que los maridos paguen, cuanto más pagan mejor, ésas mucho no te hablan tampoco, pero son las que más compran y cuando viene la maldita, la dueña che, no me anda pinchando "¿vendiste tan poco?" porque por ahí estuvo toda la mañana la mocosada y salieron a relojear sin guita, hacerte perder el tiempo y espantar a las clientes. Pero, otro chango más, no tengo sencillo para darte pibe, vení mañana y me barrés la vereda, mañana te doy algo.
Piden y piden ¿viste? y luego a la tardecita llega la maldita y suma y yo empiezo a hacerme mala sangre, para qué pensar en eso; anteayer entró una platinada, eligió un saco de trescientos pesos, el tipo le dice bajito "¿estás loca? rebajá, buscate algo más baratito", yo me hacía la que acomodaba el estante de las chalinas, "señorita no; a ver algo de la vidriera mejor" pide ella, le saco otro de doscientos, a propósito; se hace la que va al probador, sale: "me queda chico", dice, tengo talle señora, le contesto, ¿le busco? "no, no me gusta el verde", tengo color también, le retruco, el tipo fuma, se hace el gil, "Cariño ¿te gusta el modelito?" pregunta ella, "eso decidilo vos" la reventó el tipo, más barato no tengo, la corté porque iban a estar toda la mañana y después el facturero no suma; la platinada se enoja y sale y le grita en la vereda: "Otra vez cuando me pidás que te chupe las bolas, te las voy a cortar", una risa, pero no te creás que siempre te divertís ni un ratito así que ya llega la maldita y te amarga "esto no suma, esto no va", y con las cuarentonas ricachas no hablés de más porque un comentario extra y te perdés la venta, después cuando la maldita agarra el facturero empezás a temblar porque no abre la boca, suma nomás y vos sabés que piensa en rajarte y poner otra ¿sabés las interesadas que hay? la vienen a hablar delante de mí: "téngame en cuenta, Cuca", "acuérdese Cuca", como si una fuera de vidrio, también, no hay laburo, de sirvienta y gracias, de sirvienta me muero, mi novio dice que todo arranca de cuando abandonamos el uno a uno, suponete una cuarentona, no le podés decir: ya vendí tres iguales, son un boom; te mira así con asco ¿no? y ya te dejó la prenda sobre el mostrador y hasta se va porque todo tiene que ser legítimo y único, no saben que después el facturero no suma y de sirvienta es lo peor; pero, otro chango más, me vieron cara de ejército de salvación ustedes, vía vía no hay nada, ni pan hay aquí; a las que detesto es a las chirucitas, las siervas, a ésas las calás enseguida, son de las provincias.
Empiezan mirando lo más caro "¿tanto?" se asombran, claro, ganan ciento ochenta y no saben que un pull en un negocio como éste cuesta eso, m'hija. Con ellas me desquito de todas las otras, ésta es una boutique de lujo y el lujo se paga les chanto ¿total?, me dan ganas de rajarlas y que se vayan a "El Revoltijo" apenas entran, así no pierdo el tiempo, pero por un casual cobraron el aguinaldo o una propina y por ahí tienen unos pesos y te compran y entonces cuando viene la dueña y suma el facturero en negro y si abulta un poco me habla, que "qué lindo está el mar, Belkis", que "¿saliste con tu novio anoche Belkis?" y si suma poco, muda, no abre la boca, y debe empezar a pensar de nuevo que me va a largar porque vendo poco, ¿y una vendedora qué tiene que hacer? vender, se lo dice al marido cada vez que vienen juntos, pero se lo dice para que yo escuche, ¿no? hasta ahora voy durando pero te sigo contando de las negras, "¿taaaanto?" se sorprenden con la tonada ésa horrible que les delata el campo, la tierra, se quedan mudas, por ahí se despiertan, una no se va a romper en mostrar y sacar para ésas ¿para qué?, "¿y ese colorado?" ¿cuál? pregunta una, señalan: "ése", un camisero fucsia que ni el nombre de los colores saben para colmo siempre eligen los colores chillones, mirá otro pibe más que viene a mangar, qué época, sobre que no se vende encima éstos, déjense de hinchar. Al final les pregunto. ¿cuánto tenés, a ver? "Y, quince pesos", busco algún clavo, cualquier cosa rebotada, horrible, y se la llevan contentas. A veces me comparo pero yo no soy tan morocha ¿no? aunque sí soy morocha pero menos, mirá, cuando me puse de novia con Oscar él tan rubito, viste, tenía miedo de que mi suegra le dijera "?te fijaste en una de las provincias", tampoco quería que conocieran a mi familia, me salva este empleo, ah, una clienta.
Belkis piensa que hoy le va a ir bien, que va a venir la maldita y sumará, un empujoncito a esta vieja que acaba de entrar y acaricia una campera importada "le queda precioso, señora", "sí, muy lindo pero ya vi la misma prenda en varios locales" y la mujer sale al frío de la costanera del mar en invierno desdeñando lo que se le ofrece y no sabe que la maldita es la que pasa junto a ella, hablando con una amiga y que ésta dice: "tendrías que cambiar de empleada, no da el tipo para tu negocio, muy chiruza la morocha", y la maldita contestará: "en eso ando".
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