Sábado, 12 de diciembre de 2009 | Hoy
Por Miriam Cairo
(El público, mezclado con una infinitud de monstruos de seda y novedad, aplaude sin llegar a juntar las manos, porque el silencio es salud. Se abre el telón).
IDEAL: Perdón, me distraje, ¿qué habías dicho?
EMPIRICO: Nada, no dije nada. Que te perdone el mundo si estabas distraído.
IDEAL: ¿No me habías preguntado si el sueño olvidado sigue siendo sueño?
EMPIRICO: Por lo visto, tu distracción no deja de mover las piezas en el tablero.
IDEAL: Alguien lo sabe ahora.
EMPIRICO: Yo siempre he soñado que en mi existencia sería soñador de todos los sueños al mismo tiempo, y por ello, feliz de soñarlo todo.
IDEAL: ¡Pero la felicidad está en soñar más y más, no en soñarlo todo! ¡Eso sería la maldición de un dios!
EMPIRICO: ¿Estás seguro de que dios lo ha soñado todo?
IDEAL: Claro, por eso es tan peligroso.
(Nadie oye la música que inunda el escenario, los palcos, las plateas. Nadie escucha aunque público y personajes tengan alguna sospecha).
EMPIRICO: (Mirando dentro de sí mismo). Sin embargo, no soy dios y te he soñado, por eso sos tan sabio y tenés un ojo tan hermoso.
IDEAL: Eso es lo que más valoro de vos.
EMPIRICO: ¿Mi sueño?
IDEAL: No, mi ojo hermoso.
EMPIRICO: Ah mientras miraba hacia dentro trataba de pensar un mundo, pero por ahora no tengo suficiente imaginación, todavía la estoy desarrollando.
IDEAL: Los mundos son redondos, para empezar.
EMPIRICO: ¡Qué maravilla!
IDEAL: Sí, y flotan, pero no por voluntad propia.
EMPIRICO: ¿Te das cuenta? Yo les voy a soñar la voluntad. Pero, ¿podrías explicarme por qué no pueden ser soñadas todas las cosas?
IDEAL: Mi querido, (mirando hacia abismales distancias) al hombre muerto le siguen creciendo la barba y las uñas. ¿Acaso ellas sueñan que no han muerto?
EMPIRICO: Estás mirando hacia las abismales distancias y presiento que desviás las palabras para no develar un secreto.
IDEAL: Trato de salvarte.
(En el foso no aparecen coros de figuras humanas que tañan con la mano izquierda instrumentos musicales).
IDEAL: (Con el corazón en la mano que le falta) Decíme, ¿nosotros tenemos sexo?
EMPIRICO: ¡Puf! ¡A manos llenas!
IDEAL: Con razón somos tan dichosos. ¿Podrías soñarme la memoria del sexo? Para ser aún más dichoso necesito rememorarlo (EMPIRICO lo consiente. Se le nota).
(Las luces no se apagan. En consecuencia, la mitad del público cree que Dios existe y la otra mitad que no existe).
EMPIRICO: (Sacando el pie de la vida) No hago más que meter la pata)
IDEAL: Dislocado me resultás más propicio
EMPIRICO: Qué afortunado he sido en soñarte
IDEAL: ¿Y si fuera yo quien ha soñado que vos me soñabas?
EMPIRICO: Además de estar repitiendo cuestiones del gran escriba, la Real Academia no lo permitiría: los Empíricos soñamos a los Ideales para asegurarnos el mercado editorial.
IDEAL: Esa respuesta debería ser mía. Pero, puesto que me has soñado sabio, te advierto que las leyes del mercado tienen un costado oscuro: aunque no esté previsto por la Academia, los Ideales, secretamente, soñamos Empíricos.
EMPIRICO: Bien, pero esa es otra cuestión, no quieras confundirme: yo digo que todos los sueños son infinitos y que quiero soñarlos todos para ser feliz.
(Impartiendo una vibración a la atmósfera que los circunda).
EMPIRICO: Séme útil, y no me distraigas: si una sombra es todas las sombras. Un sueño, ¿no es todos los sueños?
IDEAL: No parafrasees la teoría del fuego.
EMPIRICO: Es que mi proyecto de felicidad.
IDEAL: Solamente un dios tiene la maldición de soñarlo todo.
EMPIRICO: Pero un dios, por su naturaleza, tiene que crear lo soñado y ya deja de ser sueño. Por eso no es feliz.
IDEAL: Ese concepto sería aberrante para el gran escritor.
EMPIRICO: Pero no para los remotos Empíricos sin mercado.
IDEAL: Ya, ya, ya, seguí dando vuelta a la rosca y así nunca vas a conseguir un editor...
EMPIRICO: Eso puede no ser tan malo, me permitirá seguir soñándolo...
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