Vie 06.08.2010
rosario

CONTRATAPA

El rapto de las palabras

› Por Irene Ocampo

-Encontrar las palabras. Vivir por las palabras. Escribir las palabras que te digan. No usar esas palabras. Crear otras nuevas. En frases atestadas de medias palabras. Acostadas palabras descansando de tanto ser usadas por otras, ellas mismas, que asedian a estas. Correr detrás de nuevas palabras relucientes, metamorfoseadas en cortezas de árboles. ¿Encontraste la tuya? ¡Apurate, no te duermas, buscá la tuya ahora mismo, ya!

-La nube pasajera corre por su destino de agua quién sabe por dónde... y vos querés tu nube, así te hace sombra, pero no podés controlarla. Se va, corre tras su destino de ser nube y sombra corrediza, por el campo, el pueblo, el mar... ¿te apetece un poco más de sombra? ¿con hielo o sola? ¿bien cargada o apenas una luz grisácea que te aplaque el brillo de los colores? ¿Podés ser la nube?

-Se agranda. El día se alarga. La sombra se alarga. Más y más. No termina el día. No se aplaca la luz. El ocaso se suspende. Más alto. Sube por los troncos de los árboles. Se trepa de nuevo el pájaro que quiso comer tu comida. Da trémolos y salta. Busca el nido. Hoy tendrá qué darles a sus pichones. Mirás alto su ternura, desde el verde donde quedaste sentado. Palmas apoyadas sobre el suelo. Achicás los ojos. La luz no te deja ver con claridad. El pájaro te sonríe. Desde arriba del árbol parece que estuvieras sonriendo y brillan tus dientes...

-Mi sonrisa es grande. Muy grande. Amplia. Todo lo abarca. Todo. Y crece también. Como un sueño. El sueño más grande. El más hermoso sueño de ser grande en la vida. No en el sueño. Como vino el sueño, también se va. Te deja solo, y pensando que quizás no era un sueño tan grande, ni tan hermoso. No acorta la brecha. No aporta otra cosa. No se mece entre las hojas. ¿El viento es un sueño que se mueve?

-¡Unas gotas! Las primeras gotas de la lluvia que la nube pasajera te dejó. Así la podés recordar. Así podés acordarte que una tarde vino una nube y te mojó la cara. Como si te hubiese apenas rozado. Como si te hubiese dejado compartir un poco de su naturaleza líquida. Aunque sólo sea un sueño evaporado la mayor parte del tiempo, ella también guarda un secreto. A veces, cuando puede, se sale de su destino corredizo, y acá, ahora, te muestra que ella también puede tocarte. Otra vez sonreís. Desde arriba de la nube se ve que estás con los ojos cerrados, dejando que las gotas te mojen los párpados. Y vos que todo lo abarcás, y todo lo ves y todo lo sentís, podés sonreír cuando unas pocas gotas de una nube te mojan la cara.

-¡Me ha tocado! Puedo sentirlo. Pasó y con un frío tibio, me rozó, y me cerró los párpados. Sólo veo nubes cuando cierro los ojos. Nubes, cielo, verde. Sombras que corren detrás de nubes. Como seres detrás de sueños, pequeños, grandes, achicados. Todo el tiempo. No se detienen nunca. Como las nubes. Ellas pasan, se juntan, se quedan solas, y siguen, siguen, sin detenerse. Me acompañan en mi ser y estar en el siempre eterno día que no tiene noches. A veces, alguno se detiene al verme acá sentado sobre el pasto, y me pregunta: Señor, oiga, ¡don! ¿vos no tenés sueños que perseguir?

-Está siempre ahí sentado. No hace nada el muy vago. Si es así todo el tiempo, ¿a quién se le puede ocurrir que algo vaya a cambiar? Nos toca a nosotros hacer todo. Siempre nos toca hacer todas las cosas. Y después viene uno de esos que dicen viajar en las nubes. Se baja de su nube último modelo, y te dice: "El, que todo lo ve, que todo lo siente, y que todo lo sabe, a El le debes lo que tenés. Agradécele mucho. Yo puedo llevarle algo de lo que quieras mandarle en agradecimiento. Si querés, con mucho gusto le llevo alguna de tus pertenencias con las que quieras demostrarle tu reconocimiento. Si le agradeces, Él te va a recompensar. A mí también claro. Seguro me va a dejar que use lo que lleve de parte tuya. "El es así. Pura generosidad".

-Sí, tengo algo para que lleves. Son todas estas palabras hermosas que me dio y que vos vas a poder usar mucho. Tomalas, lleváselas para que vea lo agradecido que estoy por toda su ayuda infinita. Su generosidad tan pura....

-Hoy tengo algo para ofrecerte, Señor. Diga, ¡don! ¿No le parece algo hermoso? Le agradecen con estas palabras. Mire...

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