Viernes, 22 de abril de 2011 | Hoy
Por Beatriz Suárez
"Quien me acompaña que me acompañe: la caminata es larga, es sufrida pero es vivida. Porque ahora te hablo en serio: no estoy jugando con las palabras. Me encarno en las frases voluptuosas e ininteligibles que se ovillan más allá de las palabras. Y un silencio se evoca sutil del entrechocar de las frases."
Clarice Lispector. Agua Viva
El arbolito de noticias
La subsidiaria en Argentina de la canadiense Golden Peaks Resources Ltd., con actividades en Epuyén, Loncopué y La Rioja, inició tareas de exploración en un ambicioso proyecto (Lonco Project) que se extiende a lo largo de la cuenca del Río Agrio, en proximidades de la localidad de Loncopué. Dichas tareas se iniciaron sin proporcionar información ni convocar a la comunidad, por lo que los vecinos se autoconvocaron para exigir su derecho a la información ambiental y a la participación ciudadana. Ante la difusión en los medios de estas reuniones, el presidente de Golden Peaks Argentina S.A. se presentó ante los vecinos en la parroquia local para tratar de despejar temores y se comprometió a dejar una copia del estudio de impacto ambiental.
Como este compromiso no fue cumplido, el 27 de noviembre de 2007 los vecinos constituyeron la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Loncopué con el objeto de propender a la defensa del medio ambiente y demás derechos de incidencia colectiva y a obtener y difundir información ambiental.
Un cuento chino
La poderosísima compañía estatal china MCC (Metallurgical Construction Corporation) busca explotar cobre y molibdeno en el Paraje Campana Mahuida, a 12 kilómetros al sur de Loncopué. Pretenden emplear importantes cantidades de ácido sulfúrico para extraer nuestro cobre que será enviado, vía puertos de Chile, a refinerías de China, dejándonos sólo miseria y contaminación.
Esta empresa estatal china es propietaria de minas en Afganistán, Papua (Nueva Guinea), y una pastera al estilo Botnia en Myarmar, además de infinidad de complejos y avanzadas construcciones en Asia. La empresa estatal china responde a las directivas del XI Plan Quinquenal de la República Popular China, que pretende extraer materias primas fuera de China para sostener su crecimiento promedio del 10 por ciento anual.
Brasas
Un incendio destruyó vivienda y herramientas de dos mujeres que trabajan en la oposición a la mina de cobre en Campana Mahuida. Las versiones sobre el hecho son muchas. Pero una de ellas, más inquietante: sugieren que hay "grupos de tareas" que comenzaron a amedrentar a los opositores al emprendimiento. Una fuerte tensión hay en Loncopué tras el incendio que destruyó todas las pertenencias de dos maestras que a su vez son dirigentes del movimiento de oposición al proyecto minero de cobre en Campana Mahuida.
Las maestras, María Rosa Distefani (jubilada) y Adriana Carlini (docente del CPEM 10 de Loncopué), estaban en la capital neuquina haciendo gestiones de oposición a la Ley minera aprobada recientemente en la Legislatura provincial, cuando se produjo el incendio, que pocos dudan fue intencional, y que se buscó relacionar enseguida con el suicidio de Santiago Almendra, un hombre que había tenido una relación laboral con las maestras.
Más brasas
Otra vez la radio FM Arco Iris de Loncopué fue víctima de un atentado que la sacó del aire. Esta vez, le robaron toda la conexión trifásica (desde la llave térmica hasta 30 metros de cable) para dejarla sin aire.
"Está claro que nosotros molestamos. Al lado de nuestra radio está la FM municipal y no le pasó nada. Pero a mí me bajaron dos veces: primero en abril y ahora también", explicó Norberto Guerrero, el director de la emisora.
Guerrero le dijo a 8300 web que el corte se produjo justo en momentos en que estaban leyendo un comunicado en contra de las mineras. "Por abrir los micrófonos tenemos estos problemas. Tengo temor por mis hijos porque ya no sabemos qué van a hacer, con qué van a salir", afirmó.
Norberto Guerrero es el periodista que a través de su radio viene defendiendo desde hace años la lucha en contra de la explotación minera a cielo abierto en Campana Mahuida, Loncopué.
El viernes santo de una mina
Conozco a Adriana Carlini desde que era niña, y yo algo más que eso.
Cursábamos la secundaria en el Instituto secundario Wheelwright. Un día, teniendo ella 15 años, se le ocurrió hacer un "paro de alumnos". No recuerdo el motivo, sí que paraba uno a uno (en esa claridad de la vereda a la una de la tarde) y tejía urgentes argumentos para persuadirlos de no ingresar a clases.
Perdiendo incluso la ilación de sí misma con la escuela, tal vez ajada por el frío del invierno y luego de una reunión de directivos, todo quedó en nada y perdió por expulsión.
Aquél fue un año inútil para la matemática pero ganado por seguir conociéndola.
Más que una mujer era un contratiempo: hacía, deshacía, arrasaba la calle con el Falcon que sus padres Carlini le prestaban e iba hilando un género de mujer que le llevó años terminar.
Siempre admiré su libertad y el corazón sedante hacia mi hermana (de quien era realmente amiga) e identifiqué su personalidad sin sosiego, esa que la llevó un día a vivir al sur.
Han pasado unos cuantos años de esto.
Cambiamos de pueblo a mundo, de campana a serenata ya; cambiamos nuestros cóncavos interrogantes hacia convexas ideas.
En aquél intento de paro general de tiza nadie le quemó la casa. No. La echaron de la escuela para tal vez aprender de su imagen censurada, las rojas pasiones adolescentes o los besos de verdura que le daba su madre Hermelinda mientras pasaba el tiempo.
Esa mina, que mina y mina hoy en el sur, se parece mucho a la chacarera y estoy segura que no defiende el oro por el oro mismo sino por el folklore que tanto le gustaba, como quizás le guste dejar la tierra intacta (y Santa) este viernes en que me siento con ganas de seguirla en su huelga brillosa.
Sé que ama en forma inconmovible porque la ví querer a la edad en que el amor nace, y, si hoy defiende el molibdeno y se pelea con los chinos estoy segura que la fuerza la obtiene de los duraznos del pueblo, la emoción de la amistad y algún lugar sombrío de su alma que la ilumina para que la atrocidad extranjera no se lo lleve todo.
Sé que le han quemado la casa y la cosecha, pero no van a poder incendiar su carozo. Ese que conocí cuando madurábamos custodiadas por las mismas palabras. Palabras que a las dos nos volvieron húmedas y desquiciadas. Pero aptas para la lucha.
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