Lunes, 25 de julio de 2011 | Hoy
Por Fernando Peirone
La diputada Carmen Nebreda suele decir que la Guerra de Malvinas fue una estafa nacional montada sobre la idea de Nación que forjó la escuela argentina. Se intentó salvar una dictadura en jaque aprovechándose de un sentimiento popular.
Tal vez no haya traición más grande ni dolor más pertinaz que el generado por quien se sirve de la buena fe para consumar un fraude. Muchas personalidades públicas con las que el pueblo argentino se siente agradecido, han montado este tipo de estafa, cobrando tributo en un territorio disonante.
Se los conoció en el teatro, las pistas de competición o los estadios, pero ellos fuerzan una prueba de amor en el campo de la política.
Eso hizo Reutemann y pagó, entre otros desmanes, con la entrega de uno de los bancos más rentables del país; con la inundación de la ciudad de Santa Fe, arrasada por las previsibles aguas de El Salado en 2003; y con la peor matanza de diciembre de 2001 (9 muertos, entre ellos el líder comunitario Pocho Lepratti).
Eso intentó Miguel del Sel, enencado en la espectacularización de la política, al pretender vaciarla de sentido público, revistiéndola de una candidez impropia. Como si la "buena onda" fuera garantía de neutralidad y pudiera evitar lo que explicita el apoyo de Eduardo Duhalde, Mauricio Macri, Martín Redrado y el salteño Alfredo Olmedo. Como si ser catalizador de un taimado Reutemann y de algún radical despechado, no tuviera contenido político. Pero en estas elecciones el ámbito de lo público-político ha demostrado que su escenario no es el teatro, y que una amplia mayoría sostiene a la política por encima de la ficción.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.