CONTRATAPA
› Por Ariel Zappa
Pareja 1
El va siempre caminando delante de su familia. Uno o dos metros de su mujer y sus tres hijos. Ya no le recrimina que camine solo. Le reprocha que no le conteste o que la subestime por las pelotudeces que, según él, ella piensa y dice. La saca de quicio que le responda a los gritos. Los pibes sólo se sueltan de la mano de mamá para pedirle que él les compre algo. Cuando se distraen, y se lo piden a su madre, ella les contesta siempre lo mismo: no llevo plata. Barriletes ya saben que no, porque están hechos para la mismísima mierda --dice él-, y además, los que los venden son unos ladrones.
Pista: él se adelanta porque, de ese modo, puede guiñarle el ojo o hacerles señas obscenas a los hombres con los que se cruza.
Pareja 2
Para las bodas de oro, ella le pidió de regalo que le contratara un taxi boy. El tardó en decidirse. Obviamente, no pudo charlarlo con ningún amigo. Aceptó con la condición de que, en el encuentro, él estuviera presente. Trato hecho, dijo ella. Luego de buscar un tipo serio que no los comprometiera, quedaron en encontrarse en las cuatro plazas. De allí, fueron hasta un hotel en la zona de la Terminal. El tipo le salió caro porque, en el primer encuentro, no se le paró, y tuvo que citarlo otra vez. Ella se enojó mucho porque se la pasó toda la noche haciendo felatios y, a él, le dio calor recriminarle que le devolviera el dinero.
Pista: era el primer mes en que ejercía de taxi boy. Hacía dos años que buscaba laburo y, en su nuevo oficio, le costaba concentrarse en la tarea.
Pareja 3
Cada vez está más loco, dijo ella, viéndolo subirse a la copa del pino todas las siestas en busca de algún resquicio de viento fresco en el verano, o tratando de atrapar los tenues rayitos de sol en el invierno. Cuando está en lo alto, él se vuelve imperceptible por el follaje tupido. A esa altura, sobrepasa la medianera y, del otro lado, en ese mismo momento, se corre una cortina y aparece su vecina con los pechos al aire, tocándose y besándoselos con mayor intensidad a medida que él se masturba con más fuerza. Apenas lo leyó en un libro de Mempo Giardinelli, no dudó en proponérselo a su amante.
Pista: su esposa lo descubrió. No hace más que devorar libros eróticos buscando una idea superadora. Hace días, leyó uno de Anaïs Nin que la hizo sonrojar. A su cuñado, no.
Pareja 4
Los crucé tres veces en el transcurso de la mañana. Siempre recostados sobre la gramilla. El, haciendo de respaldo, de cama o de almohada. Al sol, aunque en dos oportunidades, observé que le tapaba el reflejo con la mano. El tiene el pelo rapado. En el parietal derecho se hizo un tatuaje. Ella usa el pelo suelto y no le queda mal. Lleva ropa gastada y muy colorinche para el gusto de él. Pero él, no se lo dice. Miran al cielo como si estuvieran allí, y todos los demás, fuésemos personajes de una película. El dilema, dice ella; (en realidad, yo digo dilema porque ella pronuncia otra palabra que, a la distancia, no alcanzo a percibir), es dilucidar quién de todos es el que vive en esa atmósfera paralela.
Pista: él vive en una casa tutelada por un programa de externación de Salud Mental, y ella, no.
Pareja 5
El parece estar siempre bajo un árbol (o mirando la tele). Ella parece estar siempre hablando desde la ladera de un cerro (o subida a una escalera). El pregunta y ella responde otra cosa. Y, viceversa. Aún así, crían y mantienen --porque ése es el término que ellos utilizan: criar y mantener- a dos hijos. El tiene cinco años, y ella, siete. La rutina se altera cada tanto. Cuando ella amaga con tomarse un vaso lleno de kaotrina o él se va de cacería con los amigos.
Pista: seguirán así hasta que él se arme de coraje y le pregunte si los chicos fueron fruto de la relación que sostienen de hace once años. Hasta ahora nunca le dio el cuero.
Pareja 6
Las conoció en la isla. Corina estaba con su novia. Y, su otra amiga, Paula, con otra novia. Los cinco comenzaron a frecuentar el cine Madre Cabrini. Son cinéfilos declarados. También solían ir a un cine club de barrio Alberdi. Al tiempo, él comenzó a acostarse con Corina cada vez que la pareja, viajaba a su pueblo. Con el paso del tiempo, Corina advirtió que esperaba con impaciencia que su novia le confirmara que viajaría a visitar a su familia. La novia de Corina intuyó algo cuando ella le trajo un pasaje del Chevallier sin que se lo hubiera pedido. Corina se lo contó y su novia le rogó de rodillas que no la dejara. Hace dos años y medio que la situación no se modificó y a ninguno de los tres parece importarle. Esta semana quedaron en ver Amarcord, de Fellini.
Pista: Es al amor, estúpido.
Pareja 7.
Nunca pierde la oportunidad de mirarse el dedo índice de la mano derecha donde tiene una cicatriz que, si bien es pequeña, necesitó de nueve puntos de sutura. El médico le ha dicho un millón de veces que no puede dolerle por nada del mundo. La herida cerró bien. Nunca se le infectó. No se le olvidó ninguna aguja, pinza u otro instrumento quirúrgico adentro. Pero a él le duele mucho. Los días pesados, con mucha humedad, los padece. Así, mirándose el dedo, se distrae en los semáforos, se va por las ramas en las conversaciones, o se cuelga de la ventana cuando entra a tomar un café.
Pista: una noche discutieron y, en la algidez del contrapunto, él le pidió a su mujer que le alcanzara un cuchillo tramontina. Ella se lo pasó por el lado del filo, y cuando él ya lo había agarrado, tiró del mango.
Advertencia: la mujer que diseñó el juego me confesó que hay una trampa aunque no se vea a simple vista. Por último, me confesó que tiene dudas de que la solución aparezca en el próximo número.
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