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Viernes, 30 de septiembre de 2011

CONTRATAPA

La patria bizarra

 Por Javier Chiabrando

Este país --que a veces parece habitado por ciudadanos que lo odian--, ha desarrollado una forma de argumentación que se podría llamar: "cómo ganar una discusión sin que esa discusión comience". Se da todo el tiempo y sucede así: usted está en una reunión social y tira un tema de conversación, incluso de discusión. Digamos que manifiesta su perplejidad por el último caso policial resonante. Alguien le contesta: "¿No te das cuenta de que eso fue armado por la policía y los que están presos son perejiles?". Entonces usted se verá ante dos caminos: 1) reconocer que lo que le acaban de decir es posible; 2) oponerse y verse en la incómoda situación de tener que defender a la policía y a la justicia como si fuera su vocero.

Como sea, declárese perdido. La discusión la ganó su contrincante antes de que comenzara. Esta forma de argumentación la suelen desarrollar mejor aquellos que menos conocen, saben y leen. Y es lógico. Ya que los libros son caros, los reemplazamos por charlatanería o parapsicología (y cadenas de mails anónimos). Hay ejemplos de larga data en el anecdotario colectivo: "los norteamericanos nunca llegaron a la luna", "Bin Laden está vivo", "Yabrán se cambió la cara y vive en el caribe lo más pancho", "el asesino del caso Belsunce es el vecino".

Si usted está en un brete social y ve que está perdiendo por goleada, use el método "cómo ganar una discusión sin que esa discusión comience" sin dudar. Un pecado cada tanto no es cobardía. Uselo con su esposo/a, de ser indispensable. Aunque le cueste el divorcio será usted el que se quede con la última palabra. Lo peor que le puede pasar es que esa noche duerma afuera o que no lo voten cuando se presente como candidato a presidente, como le pasó a Carrió. Ahora, ¿qué teoría explica ese ingenioso método? Seguramente la psicología social tiene una explicación más razonable que la mía. Para mí es simple: así argumentan los habitantes de la Patria Bizarra.

Me explico. Ante el dilema de tratar de entender semejante teorema intelectual, repasé mentalmente --tal como dicen que sucede un segundo antes de visitar al todopoderoso-- mis fuentes de formación. Por mucho que uno ande citando a Borges y simule que se divierte con las películas de Bergman, mis recuerdos más contundentes fueron películas de tiros y novelas donde el malo se muere y el bueno se lleva a la muchacha lánguida y de aire doméstico (la tetona, ya se sabe, era una traidora). Luego del mareo, el caleidoscopio se detuvo en Supermán, y no por las piernas virginales de Luisa Lane, sino por el Mundo Bizarro.

El Mundo Bizarro era una versión deforme de La Tierra. Las cosas que existían en La Tierra tenían su contracara en el Mundo Bizarro. En el Mundo Bizarro la vegetación era escasa, los cielos oscuros y las construcciones precarias. Lo que era redondo en la Tierra era cuadrado en el Mundo Bizarro, lo bello era feo, y así todo, excepto quizá las piernas virginales de Luisa que por cuestiones de la pacatería americana lo seguían siendo.

Argentina también tiene su mundo bizarro: la Patria Bizarra, y está habitada por más gente de la que uno se imagina. Y mucha de la gente que vive en la Patria Bizarra ni lo sabe. Se especializan sobre todo en ver mal las cosas que están bien y se los reconoce por sus caras de "yo no fui". Así como a los vampiros los espanta el ajo o la cruz (y a mí también, la cruz), a los que habitan el mundo bizarro suelen espantarlos las ideas y su discusión. Usted se preguntará si actúan así por oposición al gobierno, y yo respondo que no necesariamente. Ser habitante de la Patria Bizarra es una cuestión de fe.

Ejemplos reales. Ante la mención de lo cómodo y rápido que resulta hoy obtener un pasaporte, alguien me contestó: "A mí lo que me preocupa es saber qué destino se le da a esa base de datos". Sobre las ventajas de la Asignación Universal por Hijo me dijeron: "deteriora la calidad educativa porque hay chicos que van a la escuela obligados por los padres para cobrar la cuota". Ante lo interesante que resultaba que escolares recibieran una netbooks para no ser analfabetos tecnológicos: "¿Y quién domina a un chico en la escuela que se la pasa todo el tiempo en su Facebook?". De la ley de medios, que propone una opción alternativa al discurso único, y además canales gratuitos: "Busca que la gente mire lo que los ellos quieren". Sigo: "Nacionalizar los aportes jubilatorios es hacer caja", "el gobierno busca quedarse con Papel Prensa para presionar a los diarios", "el desarrollo de los derechos humanos es manipulación". "La reforma política (pedida a los gritos desde hace años por todos) es una trampa". Etc.

Curiosamente, la Patria Bizarra es democrática, tanto que su presidente cambia semana a semana, por eso no conviene memorizar cantitos en su defensa ni puteadas en su contra. Mi presidente de la Patria Bizarra preferido es Santiago Kovadloff, que a semanas de las elecciones primarias (musculoso ejercicio de madurez cívica, demostración implacable de que Argentina integra el tren de los países modernos con una inserción internacional inédita), el tipo no tuvo mejor idea que escribir en el diario La Nación del 1º de junio, con pirulo de tapa incluido: "Es un hecho: la República se tambalea". De haber estado presente, quizá hubiera atinado a contestarle con ese hermoso proverbio cubano: "no tiembla, late". Pero lo más probable es que me hubiera quedado paralizado ante su aire de doctor en Harvard y su cara de buena gente (que a veces se confunde con la de yo no fui).

Los habitantes de la Patria Bizarra se saben de memoria las estadísticas bizarras y las usan a granel. Si usted habla de la baja en el nivel de muertos por accidentes viales, ellos dirán que es mérito de la proliferación del Air Bag. Si alaba el matrimonio igualitario le dirán que Roma cayó porque los césares eran maricones. Los habitantes de la Patria Bizarra apelan siempre a la historia bizarra, y si dos chicos le entregan un ramo de flores a la presidenta, Aguinis lo va a relacionar con la juventud hitleriana (entre los que pontificaba el actual papa, ya que estamos). Así con la economía: si uno habla del crecimiento económico, es gracias a Brasil. Y con la filosofía: si pensadores europeos vienen a Argentina a ver de cerca qué carajo pasa, Grondona va a citar a un primo de Confucio para sugerir lo contrario.

En la Patria Bizarra no se aprende, se sabe. Los habitantes de la Patria Bizarra tienen la posta y la posta no se mancha, menos que la pelota. A favor quiero decir que la Patria Bizarra es generosa. Allí, hasta un parricida y ladronzuelo puede ser invitado al congreso a intercambiar impresiones con la clase política. Los héroes de la Patria Bizarra no son las Madres o Abuelas ni los bomberos, ni siquiera Maradona, sino Cobos, Alfonsín, Redrado y Lousteau (esos dos se lo merecen por sus levantes de calidad, aunque habría que ver si pastoreaban con la titular o con la doble bizarra; igual no cambia gran cosa, la Luli bizarra está tan buena como la original, y cuesta la mitad).

*escritor y músico. Correo electrónico: [email protected].

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