Jueves, 20 de abril de 2006 | Hoy
Por Héctor Franch *
Algunas veces las palabras encierran un secreto que es posible liberar. En Guaraní Myba "hombre" se dice "palabra de pie". Es una bella expresión que además describe una situación. El hombre en su condición humana es, como dice el psicoanalista J. Lacan, "humus del lenguaje" porque es tierra fértil para el lenguaje. En este punto Lacan y el guaraní coinciden en su interpretación, y esta coincidencia sólo podría provenir del hecho de haber rozado la estructura. El hecho de hablar tal vez podría extenderse a otras especies. Perros, pájaros y delfines parecen comunicarse "hablando" pero ninguno de ellos excepto el hombre tiene la capacidad de desplegar una estructura del lenguaje semejante a la que pone en juego el ser hablante. Se impone reflexionar sobre esta diferencia especialmente cuando S. Freud en algunos de sus casos decidió asociar el hombre con algún animal como por ejemplo, el hombre de las ratas y el hombre de los lobos.
Recordemos, para avanzar, una pequeña anécdota de la historia del arte. En la antigua Grecia, Zeuxis y Parrhasios acuerdan realizar un competencia para ver cuál de los dos es mejor pintor. Cada uno toma una parte de una pared y trabajan en secreto. Zeuxis pinta una fuente con frutas. Cuando finalizan las pinturas, Zeuxis corre una cortina para mostrar su trabajo, en ese mismo momento un pájaro vuela hacia la pared con el fin de picotear la fruta y se choca con ella víctima de la ilusión. Zeuxis piensa que ganó y se dirige confiado a observar la obra de Parrhasios. Luego de un instante, Zeuxis le pide a Parrhasios que corra la cortina y Parrhasios le muestra que la cortina es su pintura. Gana Parrhasios en tanto logró engañar a todos, Zeuxis inclusive. De esta anécdota se concluye que nada mejor para interesar a un hombre que hacerle suponer algo más allá de lo que se ve; y una cortina, así como, un velo es algo apropiado para ello. Este hecho encuentra su explicación en la relación del hombre con la verdad, en la dimensión de la verdad que se instaura a partir de la palabra y del lenguaje.
El psicoanálisis es un discurso en el que se pone en juego la relación del ser hablante con la dimensión de la verdad. El psicoanálisis es un artificio, una técnica. Como todo artefacto, el psicoanálisis apunta a algo, pretende circunscribir específicamente alguna cuestión. En él se procede tanto por la interpretación como por la construcción. En esta práctica el psicoanalista deviene la posibilidad de escuchar lo que dice el psicoanalizante de una manera completamente diferente a la habitual. Cuando el analizante se pone a hablar de aquello que lo trae a la consulta, si se le da tiempo, muy pronto se da cuenta que no sabe lo que dice. Se trata entonces de que el análisis le permita encontrar algunas pistas. Se entiende por qué razón resulta necesario percatarse cómo funciona el lenguaje. Darse cuenta en qué consiste la estructura del lenguaje especialmente cuando el analizante testimonia que el uso del diván le permite escucharse como nunca le había ocurrido hasta entonces. Considerar que el inconsciente está estructurado como un lenguaje nos hace abordar la técnica como una técnica del significante, y el modo de proceder en el análisis como aquel de una traducción, de una transcripción como surge del análisis de los sueños que Freud propone al comparar dos versiones del mismo texto.
Se espera del analizante que hable, y pronto encuentra más de un modo para dirigirse a su analista. Primero se dirige a él del modo tradicional pero rápidamente advierte que incluso puede dirigirse al analista también en otro plano, a través de sus sueños en los que algo quiere decirse. Resultan de esto dos versiones del mismo texto que es posible comparar. No existe ninguna posibilidad de seguir estos recorridos y sus articulaciones si no es a partir de la estructura del lenguaje. El asiento de esta estructura es una primera distinción introducida hace mucho tiempo por los antiguos estoicos, aquella que separa el significante del significado.
La interpretación es la interpretación del inconsciente, de sus formaciones: sueños, lapsus, chistes, olvidos y actos fallidos en general. La construcción es otra cosa, tiene su lugar no sólo en los análisis sino que es la posibilidad de que el psicoanálisis avance circunscribiendo su operatoria a partir del material que éste pone en juego y del cual depende. Es en este sentido que es posible considerar al psicoanálisis mismo como una construcción.
* Psicoanalista, Doctor. Profesor en dos asignaturas de la Carrera de Psicología de la U.N.R., dirige dos investigaciones e integra la Comisión Académica del Doctorado en la misma institución. Fundamentos del Seminario "La interpretación y la Construcción en el análisis" que el autor dictará el sábado 22 de abril en Altos de Ross.
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