CONTRATAPA › FOTOGRAFIANDO LA ZONA
› Por Adrián Abonizio
* Jorge Cafrune tenía prohibida desde tiempos inmemoriales, ya sea en democracia o dictadura la Zamba de mi Esperanza, que no era de su autoría. Los censores arguían que con sólo mencionar la palabra esperanza se habría de activar un motor siniestro que promovería la sublevación, la lucha armada y el caos. Los fachos pueden ser imbéciles, calculadores, perversos pero fundamentalmente son muy supersticiosos.
* Su esposa con quien estaba casado hacía 40 años se estaba desnudando dándole la espalda. Tenía en sus nalgas una inconfundible marca del tiempo: La piel naranja. El recuerdo de los dichos de un verdulero amigo vinieron en su ayuda. Las mejores frutas son las que tienen picaduras de los pajaritos porque resultan las más dulces. Le dió una ternura infinita y se durmió envuelto en ese pensamiento amoroso.
* Son los rayos y su mutación. Suben impulsados por las torres de electricidad y en el cielo se abren como los dedos de una mano para caer con mayor furia sobre la tierra. Son engendros; Frankensteins creados artificialmente. Llevan un alma vengativa y detestan a la humanidad que los han hecho nacer sin ganas ni amor.
* El pibe lee en una revista: "Los romanos creían que Sirio, la estrella más brillante de la constelación del Can Mayor, agregaba mayor calor al sol en el verano, así fue quedando eso de 'días de perros' cuando los días son agobiantes". Mira hacia sus piernas, hacia Pingo su pichicho que luce echado junto al almohadón mientras el aire acondicionado lanza invisibles témpanos hacia ellos. Y le parece que la antigüedad era de un salvajismo sin igual, irrespetuosa y bruta. Acaricia al perro en la cabeza que ronronea asintiendo; cómodos los dos dentro la civilización que convierte a las mascotas en seres superiores.
* Hubo una leve incomodidad: Ella y el andaban mal como pareja. Era un cumpleaños. El se acercó al tipo y le dijo como advirtiendo: Ella es mi mujer. Claro, sabía que ella lo había tenido semidesnudo, en una camilla. Era masajista y el desconocido la estaba saludando como a una profesional cualquiera de la salud. Pero eso, para el doliente, creaba una intimidad abrumadora ya en pleno naufragio que él trataba de salvar como podía, aclarando cosas para oscurecer más aún el mar de fondo.
* El daba clases de ética y otras costumbres mezcladas con new age y perfomances cósmicas de salud, energía y espiritualidad: Pero era una fija que al hotel donde iba se llevaba de recuerdo una toalla, sin reparar que esa faltante la habría de reparar la chica encargada de la limpieza.
* Los amigos, igual de brutalmente honrados habían encontrado un cauce a su crueldad y acendrado machismo: Se juntaban a ver peleas de box femenino y disfrutaban de los tortazos como si fueran ellos mismos los propinadores.
* Había algo de indefinido en su alma que no podía soportar ni explicitar. El terapeuta la encrespaba: Obtenía un tema y pretendía encajonarla y así, miserablmente, tener material para meses. Su marido desocupado igual: La perseguía con mañas de acosador sentimental que la rebelaban, pero ella se inmovilizaba, no podía definir su encono. Un día los abandonó a la vez a los dos en el mismo día y se dedicó a jugar sin esas sombras chinescas y funestas a las que además había que pagarles por mes. Que se vayan a laburar, dijo apostando en la ruleta, vaso en mano.
* Tantas veces lo invitaron, tantas...el rechazaba el convite pues los consideraba tontos y antiguos. Una noche, atrapado entre fuegos dijo que sí y lejos de aburrirse la pasó de maravillas. Mucho mejor que con sus amigos del circulo áulico. En el nuevo espacio no había filmes, ni jazz, ni se debatía nada. Se comía, bebía y se hacían chistes. Sin darse cuenta llegó a una de las piezas donde terminó compartiendo el lecho con dos mujeres. Qué tarde me acordé, se dijo con el amanecer en la ventana, mientras ellas dormían entre sus piernas. Pero nunca más lo volvieron a invitar. Es extraña la gente, se dijo. Pero me lo debo merecer.
* Inglaterra envía menores de edad a combatir en Afganistán: perversiones de un imperio modelo que tiene reglamentado en las aulas el uso del puntero como elemento de castigo. Una pinturita coherente: todo pirata debe hacerse a la mar con alguna cicatriz que atestigue su sumisión a la Corona.
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