Domingo, 26 de agosto de 2012 | Hoy
CONTRATAPA › FOTOGRAFIANDO LA ZONA
Por Adrián Abonizio
* "La mandarina es el olor de la pobreza", la frase le quedó y siempre que pudo constatarlo se hizo verdad: Los indigentes que conocía llegaban con ese aroma en las manos, en la piel, la ropa. Seguramente salían de apuro, sin comer y la manoteaban ya hecha consecuencia del olor adherida a la ropa, lo que la evidenciaba como prueba. Fruta de invierno, el frío hace visible en el olfato la mala vida. Terminó de completar la idea cuando recordó a un millonario en su quinta quien comía de postre una mandarina, pero con cuchillo y tenedor.
* El amigo estaba desarmado, se había enterado de que su esposa tenía a otros. Luego en el café, sedante de por medio se confió y le escupió -Decime la verdad, ¿vos no te acostaste también con ella?. Lo dejó hablar, obvió la ofensa y lo convenció para que no se angustie. Lo que más le indignó no fue la falta de confianza sino que estaba seguro -como luego sucedió- que el engañado desconfiaba de todos porque él era capaz de traicionar. Aquello lo asustó demasiado: La certeza del horror cercano.
* Era en la cocina de la sala velatoria. Esas cocinitas magras, donde se apiña mucha gente y toman café o hablan, alejados de la muerte real por unos momentos. El hijo, mirando el piso, fumaba y comentó: -Al fin se murió, pobre mi viejo. Hicieron silencio. Luego agregó: -Se habrá encontrado con el cardenal que mi vieja tuvo diecinueve años encerrado en una jaulita de mierda. Nadie dijo nada, entendiendo la analogía.
* "El polémico artista italiano Max Papeschi ha decidido vender a su madre junto al resto de sus creaciones el próximo sábado en una galería de arte en Génova (noroeste de Italia), en la que la mujer posará con un cartel en el que se incluirán datos sobre el material y las dimensiones del producto. No aparecerá, sin embargo, el precio final de esta "mamma" italiana de carne y hueso porque, según explica Papeschi en declaraciones a EFE, es algo "privado" que tendrá que negociar con los compradores finales". El tipo oye la noticia y estudia a su madre cocinándole. -Si no fuera por la pasta, se dice y se sirve el manjar humeante. Y la besa en la mejilla.
* Lee que en las gasolinerías no se podrá vender nafta a aquel que circule sin casco. -Con eso no alcanza: Tendrían que venir los controles para los sin cabeza, completa satisfecho.
* En los días otoñales se siente despreciado por la pena: Ya no viene a él pues se halla bien, satisfecho con el rumbo de su vida, pleno y sereno. Cuando mira a los bares de silenciosos transeúntes como era antiguamente su espíritu, lo abraza una rara nostalgia y se sumerge a beber algo con su ex compañeros de manada. Cuando alcanza el borde de la melancolía entonces se retira feliz hacia la calle y la existencia entera.
* La decoración de su novia en el piso que el alquiló es lamentable: Empapelado con flores, sillones rayas, cuadros circunstanciales con negras cargando vasijas, flores que imitan las reales y en la habitación un acolchado rosa fuerte. Ella lo sorprende desconfiando del lugar. -Ya sé, no te gusta, pero tenés mala memoria, recordá como me conociste y este paisaje es un homenaje a nuestro amor. El admite para si que su novia es brillante: Dejó de trabajar sexualmente para seguirlo. A cambio solo ha pedido no cambiar de habitat.
* El amor es una montaña cavada en el corazón que salpica minerales preciosos por la sangre....pero algunos odian la minería, lee ella atentamente en la remera de un chico de rastas que se ha sentado delante de ella en el ómnibus. Se entreduerme, satisfecha de haber leído esto justo antes de cerrar los ojos y esperar las ocho horas de viaje que la separan de su amor.
* El peluquero es amplio como un luchador de sumo, generoso en carnes y chistes. Pero tiene la costumbre de llorar, todas las semanas llora por algo: Una victoria, un reencuentro, un nacimiento, una muerte, una guerra. El que lo ve llorar asiste a una ceremonia: Navaja en mano, gigantesco y sensitivo se merece el tango que nadie aún pudo escribirle.
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