rosario

Sábado, 1 de diciembre de 2012

CONTRATAPA

Illuminata

 Por Miriam Cairo

Tengo los ojos de Manuel, que sólo ven las nalgas de María.

Para azul los ojos, como azul es el vendaval y los misterios. Azules los guardias de seguridad y los dragones. Azul la gordísima y frondosa supervisora de taxis. Azules las monedas que caen en sus manos. Azules los tumbos del hombre que cae en el interior del auto como una maldición que espera ser conducida a su propio infierno.

*

Tengo los ojos de Isabel, que corre a lo largo de la costanera, baja escalones en puntas de pie, desciende velozmente por las barrancas, salta precipicios de diez mil kilómetros en diez centésimas de segundo, se dispara como una flecha y estalla en los brazos de Aurora como una granada. Roja.

Rojos los puntos suspensivos de la ciudad. Rojos los zapatos de narrar. Rojas las algazaras y las muertes análogas. Roja la zona roja y rojo el borametz.

*

Tengo los ojos de Alejandra. Aureolas leves que traspasan las cosas a pesar de la tierra, a pesar del cielo. Ojos para las infusas magias que nacen entrecortadas. Ojos de criatura calcinada en el fragor implacable del ensueño.

Ojos que suben en énfasis de tonos, duración, altura. Ojos que suben y bajan con ceguera propia hasta los desvanecidos aposentos de los días.

*

Tengo los ojos de Ignacio que fulgen noches. Ojos de luces diminutas, imposibilitados de creer en la realizad que lo amordaza.

Para los relicarios, los ojos. Para el asno de tres patas que está en mitad de la avenida con sus nueve bocas escupiendo juramentos viales.

Para los árboles dorados, los ojos.

Para las estatuas que sorben con cuentagotas el vino de la luna.

Ojos para la vida visible y la vida invisible.

Ojos para el bahamut y las calandrias.

*

Tengo ojos para lo que no sabré. Lo que no vendrá. Lo que no veré.

Ojos para las lluvias que caen al otro lado del mundo con sus leves relámpagos blancos. Ojos para sorprender a la tierra acariciada por un dedo de Dios que apenas la toca. Ojos para el escarabajo que muere de sed bajo la flor de sangre amarilla que se marchita.

*

Tengo los ojos de Pascual que apenas ven un bolsillo austero.

Ojos para la suma y para la resta. La suma de los que acumulan. La resta de los que drenan.

Para los nagas y los budas, los ojos.

Para el millón y el centavo.

Para el abrigado y el desnudo.

Para los acumuladores de oros y los acumuladores de penas.

Tengo ojos que ven. Ojos que ven. Ojos que ven.

*

Tengo ojos que olvidan eso que nunca olvidan.

Para el verde los ojos, como verde es la cinta negra, celeste a veces, que desata el verano con su tirón verdugo.

Para el negro los ojos, como negro es el olor de la noche. Negro el beso negro y el oro negro.

Para el celeste los ojos como celeste es el lomo del perro en la luna. Celeste la mandrágora y celestes los monstruos que jamás veré.

*

Tengo los ojos mojados del Paraná.

Para el marrón los ojos. Para el temblar del pez y el lilar del agua.

Tengo los ojos de primera vez que vuelven nueva la última vez.

Ojos de verano en las orillas de un río que es y no es río. Ojos de anguila y de centauro. De camalote y sirena. De pescador y ángel envolvente. De tormenta detenida en el pulgar del milagro.

Ojos para las piedras que se juntan con las piedras y de las estrellas que se juntan con las estrellas, una a una, hasta que un día, de repente, forman una montaña de dimensiones enloquecedoras.

*

Tengo los ojos de la mujer guardada en un paréntesis, que no puede dejarse ir. Ojos de no irse. Ojos de sobreentendidas semillas de alpiste.

*

Tengo los ojos extraños de Helena que cargan en su lengua el lodo conquistado a la esperanza, y al girar la cabeza, la lengua vuelve a salir rosa, y los ojos miran rosas, y en la desesperación roza con sus ojos de mirar rosas los muros del infierno cambiante, y con su lengua de tragar rosas se come los dedos de las rosas, como pétalos pequeños o trocitos de carne.

*

Naturalmente, tengo ojos que salen desde adentro. Ojos que vienen desde afuera y se meten bien adentro. Ojos para lo que no tiene nombre, ni rostro, ni sombra. Ojos que hacen del mirar un decir; del decir, un mirar.

[email protected]

Compartir: 

Twitter

 
ROSARIO12
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.