CONTRATAPA
› Por Miriam Cairo
-La estrella polar.
-Para que las cosas existan, las palabras toman formas muy extrañas.
-Orbitan, orbitan, hasta que toman la forma de la palabra constelación. Nadan, nadan, nadan hasta tomar la forma de la palabra pez.
-Laten, laten, laten hasta tomar la forma de la palabra corazón.
-Sí.
-Venimos bien, no sentimos ninguna necesidad de caer en el lugar común de la palabra abismo.
-Ni de subirnos al caballo de la palabra erudición.
-Ni de prestarnos al malentendido de la palabra comunicación.
-Para perder la cabeza no necesitamos guillotina.
-Pero todavía no tenemos la escena.
-¿Te parece necesario?
-Y sí, porque fuera de las palabras no existimos.
-Tu fe en el lenguaje me emociona.
-Es equivalente a tu fe en el silencio.
-Somos seres de fe.
-De todos modos, aun cuando nuestra creencia sea errónea, resulta útil para estar equivocados.
-En un mundo lleno de gente que sólo quiere tener la razón, nos merecemos el aplauso.
-Ajá.
-La palabra acierto es clausuradora.
-Asfixiante.
-Nada más estimulante que el error que te lleva a la búsqueda.
-Cierto.
-No seas cruel con mi filosofía.
-No sería tuya sin margen de error.
-Cierto. Fijate en este teorema lingüístico: dos más dos, es cuatro, pero dos menos dos es cero.
-Ajá.
-En cambio, dos y dos es veintidós.
-Asombroso.
-Pero dos en dos son mormones.
-Caramba.
-Y dos sobre dos es una orgía?
-Uh...
-El orden de la musa altera los resultados.
-Ni hablar, una mínima preposición, una conjunción invisible y zaz!
-Es que la palabra lo puede todo.
-Sí.
-El agua de la palabra pecera cambia cuando metés la palabra pez.
-Por eso te digo, hasta que no digamos la palabra bar estaremos flotando en el cosmos, porque iniciaste todo esto con "la estrella polar"
-¡Mozo!
-Ahora sí, ahora sí tenemos un lugar donde existir y algo para beber.
-Que venga el mozo de la estrella polar.
-¿Estamos en el bar de siempre?
-Sí, en el bar donde orbita la palabra siempre.
-Bueno, por suerte para la narrativa ya no andamos flotando en el aire como los amantes de Chagall.
-No puedo asegurártelo porque la palabra amante es flotadora de por sí.
-¿Qué se van a servir?
-Vino.
-Vino y le pedimos vino.
-Las palabras nos dieron un lugar, crearon un sujeto masculino y le dieron trabajo. La palabra mozo trae consigo un pantalón negro, una camisa blanca, una jornada extenuante, un día franco, un salario injusto. La sociedad no se puede quejar de nosotros.
-Llamá a Felisa.
-Hola, Felisa.
-Decile que nos están copiando los cuentos.
-Felisa, nos están copiando los cuentos.
-Preguntale qué podemos hacer.
-Nada. Dice nada.
-Mierda.
-Mierda.
-Decile que nosotros inventamos eso de "apoyar todo el cuerpo en la palabra hueso".
-Dice que nos felicita.
-Gracias.
-Gracias.
-Decile que necesitamos su consejo.
-Dice Felisa que lo único que podemos hacer es seguir escribiendo porque la escritura no es una propiedad privada.
-Comunista.
-Comunista.
-Al diablo la gloria.
-Al diablo la gloria.
-Viva la revolución, dice Felisa.
-Viva la revolución.
-Viva.
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