Lunes, 13 de julio de 2015 | Hoy
Por María Suárez*
En estos días se suscitó mucha polémica ante la noticia de que el padre Edgardo Montaldo fue trasladado (¡o decidió trasladarse!) al Hogar Español.
Edgardo fue, es y será un gran "habilitador". Un habilitador de propuestas, proyectos, espacios de luchas, compromisos y sueños. Por eso fue y es un referente de miles de personas y espacios colectivos que se fueron conformando a lo largo de los años en Barrio Ludueña, muchas de las cuales fueron pasando o se fueron comprometiendo desde lugares distantes con ese entramado intenso y desafiante que daba cuenta de que "otro mundo es posible".
Un "Padre" humilde, jugado y comprometido con una mirada humana, sencilla y que no pierde la capacidad de diferenciar lo esencial de lo superfluo, consumista o innecesario.
Jamás cobró por los sacramentos, más aun , en varias oportunidades en que lo invitan a celebrar un bautismo o casamiento, lleva regalos o asume gastos del evento como propios y colabora con las familias.
A veces le regalábamos o conseguíamos una estufa o un colchón cuando veíamos que lo estaba pasando mal... pero a los pocos días llegábamos y lo encontrábamos sin ese elemento. Al preguntarle, siempre aparecía el relato de un encuentro con una familia o situación donde lo había regalado "porque lo necesitaban más" que él.
Un hombre que no se anda con medias tintas a la hora de jugarse por lo que cree justo, por la "opción preferencial" por los pobres, y que aun cometiendo miles de equivocaciones, se planta con firmeza frente a los poderes mafiosos que destruyen los barrios, a las jerarquías de distinta índole, denunciando la violencia institucional, los delitos invisibilizados de los poderosos (porque los de los pobres generalmente son los más visibilizados), las complicidades de las tramas delictivas y defendiendo a capa y espada a sus seres queridos.
Nunca se cansará de contarnos anécdotas, discusiones, batallas ganadas o perdidas, pero siempre reiteradas y relatadas con la misma pasión y entusiasmo que la primera vez. Es inevitable embromarlo con que tiene suerte de que "el público se renueva".
Es inevitable recordar sus llegadas a encuentros, jornadas, etc.: Jamás lo hacía con las manos vacías. Famosas son sus facturas, tortas, helados y más aún sus "vinitos de misa", tan codiciados como sus intervenciones y aportes.
Entre sus anécdotas preferidas es recurrente que aparezca lo que le dijo un ciruja cuando Edgardo fue a tirar bolsas de basura a un contenedor del barrio: "¡Qué mal que le hizo a la Iglesia Constantino!" (Siempre se sonríe pícaramente al recordarlo, porque además de ser un ciruja muy ilustrado y crítico, él coincide plenamente en evaluar como un daño la alianza de la Iglesia con el poder).
En sus batallas nunca estuvo solo, porque como gran posibilitador y anfitrión, siempre abrió las puertas a todas aquellas personas con sensibilidad e inquietudes por transformar las condiciones de vida de los explotados y los excluidos. En muchas oportunidades disentimos con respecto a tácticas y estrategias, y esos desencuentros por momentos nos debilitaron como colectivos frente a los poderes (eclesiales, políticos u otros) de turno.
Edgardo siempre nos repitió: "Lo importante es que coincidamos en el objetivo: apostar a una sociedad nueva, a un mundo donde quepan todos los mundos". "Buscamos una sociedad donde no haya necesitados, como la de los primeros cristianos".
Por todo eso, hoy, Edgardo, sigue estando entre nosotros. Sigue presente.
Edgardo Montaldo, como ser humano que es, necesita recuperarse de tantos años de poner el cuerpo y batallar sin parar, producto de lo cual tuvo un ACV y otras secuelas de un cuerpo que estalla en síntomas pidiendo que registre sus necesidades. Los que lo queremos, deseamos que recupere fuerzas y nos invitamos a sostener su compromiso en lo que cada uno/a sienta que puede hacerlo, acompañándolo a él y al desafío de construir una sociedad más justa, más comprometida con los derechos humanos, menos patriarcal, menos violenta y más inclusiva.
*Integrante del grupo Crece desde el Pie, de Barrio Ludueña y de Indeso Mujer.
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