Miércoles, 9 de diciembre de 2015 | Hoy
Por Julio T. Quinteros
Dice Sam que dice Winnie: 'another heavenly day...' eso. Ya dijo Sam lo que dijo Winnie otro día divino. Comienzo a cronicar pues. El divino día comienza a las mañanas con un despertar medio confuso ya que anoche antes de dormir estuve viendo 'Aniceto', la obra de Favio, y, entresueños, experimenté pasos de baile y gallos en riña y colores hermosos. Despierto ya de una vez y escucho los dos timbres que sabía sonarían. Arrojo las llaves por el balcán y Osval del Vaciamiento sube, abre la puerta y entra preguntando dónde estoy... Mis respuestas desde el baño y el agua corriendo desde el grifo le responden. Nos apoltronamos en la stanza, mi nuevo Manchester, la Italia nostra casi, hablando y comentando sucesos ya sucedidos. Reímos, nos indignamos, reímos otra vez más. Osval se las pira y el mediodía cae de lleno sobre toda su humanidad, puedo verlo alejarse desde la ventana caminar por Iriondo para adentro de Bella Vista. Quedo solo pues. La wifi no quiere responder y me aburre bastante. Ducho mi magro cuerpo en felicidad y cansancio descansado. El tiempo transcurre y el aburrimiento me conduce a limpiar. Muevo muebles, barro, saco bichitos muertos del velador, sacudo sábanas en la ventana, fumo un cigarrillo tras otro, ya sé: tengo que fumar menos. Fumar causa limpiar. La stanza se renueva con el reacomode y experimento una sensación cercana a la alegría. Por fin. Resuenan los tecladitos de Lizst en el telefonino y es Pablo que avisa feria. Recalculo todos mis enseres y parto. Caminar hoy bajo el sol y entre las calles de esta ciudad fue una tarea titánica. Camino igual por las calles que tanto disfruto, las que no disfruto las evito habitualmente. Llego a la feria y diviso a mis colegas en sus puestos. Armo el paño en el sector que hubo reservado Walter Enrique Barrera y la feria comienza a solearme. Me gusta cuando los libros en el paño reciben la blanda firme mano del sol acariciando sus portadas, sus lomos, como caballitos quietos, mansos, libros. Pasan gentes. Para allá, para allá, algunos detienen su caminar y preguntan algo, una chica y su chico se llevan un Cortázar, comienzo. Sucede el tiempo en charlas y bonhomía. Una señora pregunta por un Garcíamárketing, respondo y ella pregunta si voy a estar hasta más tarde que a la vuelta vuelve. Respondo: sí, hasta la noche estoy acá. Pasan personas, gentes, mujeres y niños primero. Pasan bicicletas, perros, crotos pocos. Voy hasta el kiosco a buscar cigarrillos con dinero de Walter Enrique, Pablo Walter, ya que mis bolsillos estaban más flacos que nunca. Regreso y él, Grasso Barrera, está vendiendo un San Agustín a un chabón. Me da el dinero obtenido y sonreímos, vamos sumando. Se detienen parejas a preguntar por láminas Absenta y vendo, es decir: compran. Somos más felices aún, estamos más cerca de decir: heavenly day, quiero decir. Y sí, mis amigos, el dinero nos hace más posibles, lo siento, no lo dictaminé, es así el humano en el siglo XXI. Pasan unas parejas y una de las mujeres se detiene en un sector del paño y pregunta por una odisea de Homero, uliseidea, digo precio y sale. Preguntan por un Garcíamárketin y no convence. No preguntan más, al menos por un rato. Pasan y pasan gentes, vehículos, la chipa rica, el heladero que siempre creo que nos está cargando y no dice 'helados' sino dice 'pelados' y reímos con Vale y Pablo Walter Enrique. Vienen visitas, se van. Vienen otras visitas que no nos visitan y se van también. En un momento regresa la señora que preguntó por el colombiano farsante y paga el precio sin chistar. Agradezco y digo a Vale y Walter: es momento de festejar. Y parto hacia el super. Hago mis manejes allí, truchadas pequeñas como llevar un solo envase y comprar dos birras. No consigo el refresco para Vale Sanz Vintage y busco en el kiosco de la avenida que es caro y no tiene los cigarrillos que fumamos nosotros pero tiene el refresco que quería Vale. Compro y retorno a retornar de una vez. Llego al puesto y brindamos a la salud. A la salud de los libros y las láminas y los bolsitos materos. Más temprano hube dicho a Walter Enrique: si vendo ese libro tuyo que no se vende jamás me pagás un medio cajón de birras extended play... Es decir random... Es decir que no hacía falta que pague él un medio cajón todo junto, inventé intentando un crédito birral. El aceptó, temprano. Y pasan cuatro chiquitos, dos nenas y dos nenes, que no sumaban ochenta años entre los cuatro y ríen al ver 'ese' libro. Les convenzo y se van alegres y en alegría con un libro más (o menos) en sus vidas. Les dí un precio que no podían discutir ni declinar, incluso reían con mis ocurrencias. Paz. Pasan otras gentes que llevan alguito más, que suman al bolsillo y la luna se desprende y se zambulle en el río Paraná con todos sus esplendores y brillos y aguas. La luna, la mismísima luna baña el río Paraná con su luz. Y casi estamos a las puertas de su propio día: la noche. Hora de contemplar y de arrancar. Desarmamos feria y arrancamos. Descargamos material en mitrie y decidimos los tres ir hasta 'los inmundos', un buteco que está en la zona no tan sur de la ciudad que es magistral, aún conserva esa impronta de buteco que tanto disfrutamos con el colega Enrique, Walter, Pablo. (Alicia le pide siempre a Pablo que no diga 'los inmundos'... Que diga 'the filthies' que suena mejor...) Ellos dos, Vale Sanz Vintage y el Chino (pwegb) hacen punta y sientan una mesa mientras voy a por tabaco. Después de casi pelear con un par de kioskeros pelotudos de camino consigo tabaco. Comemos y bebemos tranquilos remembrando ciertos bares y ciertos tiempos. Vale escucha con amor y atención. Hay un perro entre nosotros que juega con su compañero humano y trae piedras de la vereda. Escuchamos anécdotas, escuchamos conversaciones pagamos y nos retiramos en placer. Bajamos por la calle Galvez con el 21 y encontramos un kioskete en la zona de barrio Bella Vista. Aprovisiono. Comentamos y reímos entrando a calle Iriondo justo en donde está el árbol en medio de la calle, seguimos y dejan mi magra agraciada estatura ante las puertas mismas de Iriondo, Iriondito mi stanza, mi Manchester, mi propio reino unido en un lugar concreto y plagado de libros liberto, imagenes imaginadas, prosa prosaica... Entro, enjuago mis manos de ciudad y enciendo la máquina del tiempo y comienzo a relatar todo esto por disfrute. ¡Oh! ¡Qué día divino! ¡Oh... it's another heavenly day..!
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