Lun 03.10.2016
rosario

CONTRATAPA

El Campeón

› Por Esteban Vazquez

Noviembre de 1994.

Una mañana suena el teléfono en casa. Atiende el Uli. Hablaba poco. De pronto gira la cabeza y me pregunta, con el tubo del teléfono pegado a su oreja: ¿El sábado 19 tenemos algo? Contesté que no, aún a riesgo de superponer dos compromisos intuyendo que la invitación/propuesta que estaba recibiendo el Uli era algo imperdible.

Corta el teléfono, abre una agenda, y sin mirarme me dice:

-Nos invitan a un encuentro de improvisación de rap.

-...

Levanta la mirada, se sonríe y me dice:

-En serio, es una gente que está produciendo un disco de una banda nueva donde toca el hijo del flaco Spinetta.

-¿Un encuentro de improvisación de rap?

-Eso. Es en Constitución. En un gimnasio. ¿No tenemos nada el sábado 19?

Ya lo exótico del evento me daba ganas de ir. Y fue muy exótico. Llega el día. Fuimos en auto. Salimos a las 3 de la tarde. El evento era a las 23, pero esa cosa precautoria, de salir antes, parar a comer y a mear en la autopista. Nunca había ido a Constitución. Llegamos a las 7 de la tarde. Calor. Barrio de agite. Mucha cumbia, mucha marginalidad, mucha gente pidiendo.

-¿Qué hacemos hasta las 11 de la noche?, pregunté?

-No sé, dijo el Uli, demos unas vueltas.

-¿Pero hasta las 11?

-Vamos a un bar.

Fuimos a un bar. No sé si por la paranoia o porque efectivamente se nos notaba mucho la cara de campechanos, la gente nos miraba como sapos de otro pozo, medio de reojo. Tomamos seven up. No nos queríamos envalentonar con cerveza porque no sabíamos de qué venía el "encuentro de rap".

Aproveché para preguntarle al Uli qué información tenía o le habían dado sobre el asunto, ya que en el viaje nos dedicamos a escuchar a Stevie Wonder, Gladston Galizza y Toninho Horta a todo volumen.

-No sé mucho- me dijo.

-¿Pero por qué en un gimnasio?, pregunté.

-Porque la cosa va de estética box.

--...

A las 9 de la noche teníamos hambre, pero a ninguno de los dos nos gustaba comer antes de algún evento o toque, preferíamos sentir el apetito del después, con el cansancio y la alegría. Pero nos pedimos unas aceitunas y un plato de queso, y más seven up. Se hicieron las 11 menos veinte. Preguntamos por el lugar y estábamos a 14 cuadras. Salimos tranquilos. Llegamos. Estacionamos. Un patovica de traje en la entrada de 2x1. Dos metros de alto, un metro de ancho. Anteojos de sol. 11 de la noche y anteojos de sol. Raro.

Saludamos y dijimos que veníamos al encuentro de rap, el Uli dijo, a mí me hubiera dado vergüenza, hasta pensé que nos habían hecho una joda. El tipo abre una puerta pesada y entramos.

Otro mundo. Habría no más de 40 personas. Un ring de boxeo. Arriba del ring, dos flacos con guantes de box haciendo que peleaban improvisando una danza que emulaba el baile de los boxeadores, micrófonos inalámbricos de esos que se pegan en la cara, una base de hip hop sonando de fondo con un muy buen sonido, y los flacos rapeaban arriba, mientras hacían que boxeaban. Y sonaba bien, se notaba que estaban improvisando todo; baile, letra, todo. Yo no podía creer lo que estaba viendo. No por lo lindo/feo/malo/bueno, sino por lo exótico, lo raro, rarísimo del cuadro. El Uli ya marcaba el ritmo y miraba sonriente la danza rap. Yo miraba el entorno. Más patovicas trajeados. Era efectivamente un gimnasio de boxeo que se llamaba "El Campeón". Una mesa al costado del ring donde están los jueces en una pelea de box. Y gente encendida con la música, el ritmo. Nadie fumaba, nadie bebía, nadie tomaba ninguna droga, al menos a la vista.

De pronto terminan los boxeadores raperos, y se bajan. Uno, sacándose el guante derecho, lo ve al Uli y se acerca a saludarlo, me da la mano, mucho gusto, Dante, me dice; y se pone a hablar con el Uli, contentos ambos, y qué tal tus cosas, qué tal Rosario...

El Uli componía y arreglaba pero... ¿rapear? Porque la invitación era para que él rapee, participe activamente del Encuentro de Improvisación de Rap. Y le pregunto: ¿qué vas a hacer?, y me respondió como me respondía siempre: -No sé.

De pronto se abre la puerta de entrada y vemos entrar a Carlos Escudé. Yo lo miré y pensé, a este tipo lo conozco, pero no del ambiente de la música, este coso es el experto en relaciones internacionales que deambulaba por los medios en ese momento por la explosión de la AMIA. El tipo venía de traje. Hacía un calor indescriptible en el lugar. Se ve que lo estaban esperando, acomodan la mesa de los jueces, Escudé se sienta en el medio junto con otros dos que no conocía. Un locutor, también de traje, se sube al ring/escenario y al mejor estilo presentador de box empieza a nombrar a los participantes que eran tres, entre ellos al Uli.

Sube el primero, atuendo de boxeador, con el guante derecho agarra un micrófono Shure, arranca una base hip hop muchos graves y el tipo empieza a rapear arriba. Era malo. Malísimo. Dos minutos. Se baja.

Sube el segundo, un tipo grande, gordo, de joggings y remera, ahí me di cuenta que el Uli cerraría el Encuentro. El gordo se movía maravillosamente y vociferaba que su barrio que su esquina que los pibes que la droga. Termina. Aplausos.

Sube el Uli. Bermudas de jean. Zapatillas Nike. No conocíamos las bases que pondrían. Arranca una muy linda, contagiosa; y el Uli empieza a rapear. En la puta vida lo había escuchado hacer eso. Termina.

Escudé baja un martillo de madera de esos que usan los jueces, se va parando y dice: campeón éste último. Y se va.

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