Vie 18.05.2007
rosario

CONTRATAPA

Lo que suena

› Por Beatriz G. Suarez *

"Cuando la luna se alza como marca en el recuerdo

Y la noche es tan clara que parece una ilusión

Brota una nota de la creciente y va saliendo canción mi canto

Como tarde de pueblo, va siendo canto mi canto".

Pepe. Lo que suena. (CD) 1er. Premio Editorial Municipal. Rosario 2006

Siento el guau de los perros a lo lejos, la noche fría me la trae a la mesa, a la luz.

Ella no está ni estará nunca jamás, se la llevó la eternidad.

Qué risa, salió su disco ahora, después que se fue. Ganó el concurso de la Muni y ahora está a la venta. "Lo que suena", así se llama. Y ella también se llama. Y ella también sigue llamándose y llamándose. Como desde el principio, ese principio en que uno nace con nombre de muerto. El mismo del día y la noche.

Escucho perros y gallos. Nítidos, gallos nítidos, como los de cuando éramos chicas y no me sorprendían; ahora vengo a trabajar al mismo pueblo y los escucho, investigo sus músicas. Claves de quiquiriqui. Asumiendo la niñez en consonancia con este presente escurridizo.

Ella y su música, y su CD ascendente, quería grabar con la Negra Sosa o boleros con Luis Miguel. Qué joda.

Una vez empezó a hacer canciones. Una tras otra, le salían, le brotaban.

En el medio de esa época cayó enferma.

Eso es todo.

La internaron creyendo que era una poliquística hepática o algo así. Puro Carcassone pensé yo. Y resultó que no. Que era más grave, que era una madrugada de niebla total.

La internaron.

Se aburría.

Una tarde estaba en el Británico y me pidió una guitarra.

Habré llegado a las 19, cenó, durmió un poco y a eso de las 21 estaba

dolorida, el abdomen, la vida, la bolsa o la vida.

La habitación era privada, yo estaba en el sillón, la chata, el suero, el río.

Me dijo ûdame la guitarra. Se incorporó y empezó a cantar "La Arenosa" con mucha fuerza. Su voz dilatada por la barbarie de acontecimientos en

comprimidos y ampollas. Tocaba como en un baile público. Tiraba pentagramas por el aire, entre quirófanos y salas. Canciones como flecos de una última hermosura.

El que bebe de tu vino gana fuerza y pierde pena. Escuchando cada una por su cuenta pero con la efímera ilusión de hacerlo a dúo.

Arena Arenita. Cantaba fuerte. Le dije ûbajá la voz, y ahora me arrepiento porque luego supe que se escuchaba hasta en el office de enfermería y que no era malo. No quería malgastar el resto del tiempo sin ella.

Cantó a pedido unas litoraleñas, "Cosechero". Como en las épocas de

chacarera al pormayor.

Algodón que se va que se va. Y esa de Fander del pueblo.

Mi pueblo es una luz desnuda y verde que enciende mas allá de las estrellas.

Y sus propias estrofas del disco que estaba inventando y que ahora salió.

¿Cómo me iré muriendo, Bea? ¿se me irán cerrando los ojos, Las orejas, las cosas?

Y le quedaba poco, estaba en el sanatorio, pero quería cantar. ¿Cómo se

puede querer cantar en esa dulce tragedia?. Como escapada de un pelotón de fusilamiento, así cantaba.

Vino un enfermero flaco de chaqueta celeste (nunca lo voy a olvidar), con argumentos higiénicos, sin embargo, escuchaba su música. Estaba dolorida

porque una de las canciones implicaba abdominales y no se había permitido

saltearla.

Jeringas finitas como plumas. Bandejas volantes, líquidos.

Tuvo que dejar la guitarra al lado de la cama y se durmió.

Pasé la noche a su lado apenas cerrando un ojo. O con uno mirando la

guitarra y con otro si goteaba el suero. Así, alternativamente, zamba y

cloruro de sodio, solución de dextrosa y ritmos del río de la Plata.

A veces camino a la orilla del Paraná y miro la habitación donde ocurrió esa noche, es una que está derechito al reloj de la hermosa torre del ex

ferrocarril. Desde esa pieza se avizora la enorme vida de las islas. Ando

por ahí a la bartola, me llego hasta allí, hasta recordar esa noche, y

curiosamente me integro otra vez sobre la tierra.

Pienso y me río en el cuarto del recital. Un recital privado en un lugar con tanto olor a Espadol que ella neutralizaba con su forma de ver la muerte.

Y la vida.

Después sigo la caminata rápida hacia el parque España pensando en que todo suena desde entonces.

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