Lunes, 2 de julio de 2007 | Hoy
Por Fabian Di Nucci
Durante todo el domingo de internas abiertas simultáneas y obligatorias di vueltas sin encontrar la menor idea acerca de qué escribir en esta contratapa hasta que finalmente decidí no hacerlo y dar las explicaciones del caso, ya que no estaba motivado, como hace tiempo reclamó el Bambino, para encarar éste y cualquier asunto.
El contestador del celular me devolvió a la realidad. El teléfono del editor estaba apagado. Significaba que no podía avisar ni mucho menos abandonar a quienes confiaron en mí y caerles a la hora del cierre para explicar "no se me ocurrió nada, no se me ocurrió".
Primero el deber, razoné, reparando en que esta falta de entusiasmo se parecía bastante al transcurrir de este proceso electoral dominguero, carente del menor arrebato, desapasionado y aburrido en el que todo, hasta las traiciones, venía diagnosticado, definido y digerido.
"No sé qué soy pero sé de qué huyo", la cita es de Montaigne y la usa el autor de un libro bastante reciente que leo y releo con renovada sorpresa. Los santafesinos votamos en las internas externas de los partidos políticos huyendo de la ley de lemas, derogada por el actual oficialismo provincial, decisión ética, como se dice, promesa de campaña cumplida, es cierto y debe recordarse, aunque difícilmente le reporte algún voto a su (o sus) candidato.
Debo recordar que tan espantoso instrumento selectivo nos fue legado por nuestros seudo hermanos uruguayos.
Este hecho, y no las tan meneadas papeleras, justificaba por sí solo una declaración de guerra santa y la aniquilación total de individuos tan taimados y orientales que, de seguro, integran el temido eje del mal junto a Irán, Chávez y Al Qaeda.
Lamentablemente, el frenesí derogatorio del cruel instrumento llegó hasta ahí, sin alcanzar a la lista sábana, permitiendo, al parecer, que algunas víctimas se convirtieran en victimarios de aliados maltratados, inaugurando la versión política del "porque te quiero te aporreo" o el más oblicuo "haz lo que yo digo".
Hete allí casi toda la novedad dominguera.
¿Cuántas otras incógnitas se develaron ayer, en Rosario?
No muchas.
Una es quién se opondrá al candidato que encabeza -dicen-, todas las encuestas a gobernador.
La otra podría ser si el ARI logró colar un aspirante a concejal en posición "expectable" expresión que, en política, significa alguna chance de obtener el cargo.
Y no mucho más, al margen de las curiosidades estadísticas, imprescindibles para la existencia de las consultoras, los politólogos, las pitonisas y el tarot.
Ah, y un montón menos de boletas en los cuartos oscuros y en el escrutinio provisorio, con el consabido beneficio ecológico y menor desgaste nervioso de docentes autoridades de mesa.
Lo que se dice, un abismo.
Pero no nos quejemos de lo que se nos da en abundancia: es mejor que nos convoquen a votar, aunque sea obligados y a cada rato, a que nos guarden bien las urnas.
Además, la crisis energética nos puso en sintonía con este ritmo electoral "sufragatorio", haciendo un aporte inestimable a la oscuridad de los cuartos.
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