Viernes, 28 de marzo de 2008 | Hoy
Los jefes militares sabrán que el recuerdo y el olvido son elementos fundantes de una nación. Por eso se plantearon una política de olvido.
Olvido, no sólo de lo que estaba sucediendo en ese momento, sino más que eso, estaban decididos a terminar con la memoria histórica que hacía trasmitir de generación en generación los ideales de participación y movilización política. La dictadura quebró nuestra historia, e intentó clausurar la continuidad de nuestra sociedad y nuestra nación. Ese devenir histórico, que hace que cada uno de los argentinos estemos marcados por las virtudes y errores de nuestros ancestros, nos llenó de miedo y tristeza, y clausuró el encuentro y el diálogo entre las generaciones. Pero pasaron 32 años, apareció la necesidad de "verdad, justicia y condena a los genocidas". Los bebes nacidos en cautiverio son hombres y mujeres, muchos de los cuales buscan sus orígenes y recuperan su identidad. Muchas madres y abuelas de Plaza de Mayo mueren de muerte natural sin saber donde están sus hijas, hijos, nietas y nietos. También los represores están muriendo de muerte natural, y otros asesinados por sus camaradas, para que la verdad no aflore y la justicia no recaiga sobre los jefes militares. Algunos juicios orales comenzarán en 2008, la esperanza en que se haga justicia y se condene a los represores es una necesidad de esta larga lucha de organismos, familiares y gran parte de la sociedad, y también el desafío de que en democracia podemos encontrar a Julio López con vida. Que así sea.
Alicia Gutiérrez
Diputada provincial ARI en el Frente Progresista
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