CORREO
El domingo 13, aproximadamente a las 19.30, en el hall de los cines de un Shopping de Rosario, un púber bien vestido, metía sus manos sucias en los frascos de caramelos y llenaba generosamente sus bolsillos. Mi hermana preocupada por la cuestión higiénica, le dirigió una mirada de protesta, pero no imaginó que se trataba de un robo. Al constatarlo, le hice ver mi enojo y el niño respondió gesticulando burla y desafío y se dirigió junto a quien parecía ser su madre. Pregunté a la empleada si eso la afectaba y alterada relató que los miércoles, pesan los caramelos y les descuentan los faltantes. Otra relató que estos niños, también la insultan con el reiterado "negra de mierda". El carácter necrofílico como describía E. Fromm, se está generalizando. Inevitablemente, el comportamiento infantil, refleja lo que ellos ven, oyen o palpan, en vivo o en vitro y consideran modelos y "héroes", a los que salen en algún medio, transgrediendo o delinquiendo. Hay un mundo que ocultamos, gracias al desierto de nuestros desentendimientos y los conocimientos silenciados. Los niños padecen "amusia" por carecer de melodías ligadas a la vida.
El viernes 11 de abril, en el anfiteatro de la Facultad de Humanidades y Artes, se llevó a cabo, un acto que obviamente no fue registrado por ningún medio de comunicación. Ni siquiera a los presentes se nos ocurrió tomar fotos o filmar, el momento en que Pepe vestido como siempre, con su rostro iluminado por el entusiasmo, defendió su tesis de doctorado. El título y el extenso contenido, que ojalá algún editor transforme en libro, se refería a la "Educación, Música y Pensamiento Crítico. Un análisis sobre las ideologías educativas y la música en la escuela". El autor de 32 años, explicó que su objetivo es emancipar a los niños y afiliarlos a un mundo distinto. Agregó que los circuitos neuronales, implicados en este aprendizaje actúan sobre los centros emocionales y "curan" bastante. La sabia Esther Díaz de Kóbila, orientó la tesis y el jurado conformado por el Carlos Cullen (UBA): Marta Brovelli. (UNR) y Violeta Guyot la premió con la máxima calificación.
Con tantas imágenes pornográficas que bombardean las retinas y cerebros de los que están creciendo; a Pepe le cuesta hacer "impronta" o "huellas" con su pentagrama de cordura y sueña compartir estrategias para que los niños salgan de clase tarareando la misma melodía o "canción", que intenta enseñar. Nada cambiará y cuando algún pequeño vuelva a ver a Pepe por la calle, dirá: allí va el maestro de música y el padre distraído no lo verá. Mientras tanto, en algún "no lugar" (Marc Augé) algún niño robará caramelos u otra cosa, por pobreza "paterna", afectiva y cerebral.
Mirta Guelman de Javkin
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