Martes, 23 de diciembre de 2008 | Hoy
Si para ensayar la comprensión de la sociedad presente, utilizáramos la metafora de las embarcaciones, los tripulantes y los salvavidas queda claro que los viajeros superan con amplitud el número de mecanismos para enfrentar los naufragios.
En efecto a los Estados lo único que les importa es mantener la tasa de ganancia de los propietarios/empresarios/banqueros, los encargados de pergeñar y articular la aplicación de las medidas suelen los mismos que generaron los desajustes y desequilibrios.
Por lo general se trata de socializar pérdidas y aunque tiendan a la baja las materias primas: petróleo y productos agrícolas no por eso bajan los precios de combustibles y alimentos. Por el contrario las tarifas suben y las valuaciones fiscales aumentan afectando a las mayorías.
El boom de la construcción no significa resolver el problema de la vivienda para millones que no acceden a ellas, el revalúo de tierras implica "refuncionalizaciones", eufemismo que oculta la creación de ghettos y bolsones de pobreza, mientras se destinan tierras públicas de buena ubicación a negocios inmobiliarios privados.
El arrinconamiento de crecientes contingentes de población en lugares sin servicios sanitarios básicos.
En síntesis las crisis siempre afectan en lo concreto a quienes fueron excluidos de todo beneficio, a quienes se les arrebató toda solemnidad.
En tanto la brecha entre ricos y pobres se agranda y esa grieta potencia la violencia contra los de abajo, cuya única certeza es que serán víctimas de violencias múltiples morales, materiales y simbólicas.
La persistencia de la trata de personas, la trama de poderes que la encubre es si quiere la punta del iceberg que patentiza quiénes son los blancos principales destinados al sufrimiento: los niños y las mujeres.
Carlos A. solero
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