CORREO
"¿Llegamos al piso?". Es una frase que se escucha en las oficinas de todos los brokers internacionales, cuando hablan del presente y futuro de los precios de los diversos mercados. Porque no es tan sólo cuando se habla de los comodities agropecuarios, sino también al analizar al petróleo, al dólar, a las acciones, al oro, a todo aquello que se puede comprar y vender. Y pasan los días, y la pregunta para muchos de nosotros todavía no tiene una respuesta contundente. Cuando vemos que algún mercado pega una subidita, enseguida nos alegramos; comenzamos a hacer los análisis correspondientes y decimos: "Ahora sí, se viene la recuperación". Pero a las horas de haber vaticinado esto, nuevamente las órdenes de ventas superan a las de compra y se caen los precios de todos los comodities. Pero, por estos días y sin ánimo de volver a equivocarnos como todos, pensamos que quizás estemos más cerca de llegar a ese piso que todos soñamos alcancen las cotizaciones de los productos. Al analizar por ejemplo el petróleo, comienza a verse una pequeña aceleración de la demanda en países como los Estados Unidos y del lejano oriente. Si a esto le sumamos que la producción del oro negro fue adrede disminuida, esto marca una leve, pero quizás constante tendencia positiva en los valores. Si hay más consumo de combustibles puede significar que los consumidores lentamente están saliendo del aletargamiento de los últimos meses, comenzando a pensar más en positivo, dejando el estado de incertidumbre en el que habían caído. De ser así, también comenzarían a modificarse los precios de los comodities agropecuarios. Porque debemos considerar que por la crisis, la gente puede dejar de consumir alimentos pero no en cantidad sino en calidad y por ende en precios. Muchos consumidores cambiaron sus hábitos intentando comprar alimentos de menor calidad y lógicamente más baratos, pero nunca podemos pensar que la gente va a dejar de comer. Salvo que a todos les agarre un ataque súbito de bulimia y anorexia, la gente continúa y continuará comiendo. Y si la sensación actual es que podemos llegar a estar en condiciones de ir saliendo de esta profunda crisis, el optimismo genera la "liberación" de dineros que los consumidores guardaron pensando en tiempos peores. Y cuando alguien ve un futuro mucho mejor que el pasado o el presente automáticamente quiere volver a recuperar el terreno perdido y no solamente sobre los bienes personales, inmuebles o muebles, sino en lo que respecta a gustos como es la comida de buena calidad. Por eso, creemos que los precios deberían estar llegando a su piso, con muchas posibilidades que a partir del 20 de enero, cuando asuma el nuevo presidente norteamericano, el impulso alcista sea una constante y una realidad evidente. De producirse esto, será una buena noticia para el mundo y en especial para la Argentina: productor natural de alimentos, aquellos que el planeta necesita comprar.
Alejandro Ramírez
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