CORREO
Una de las mejores novelas del gran narrador Haroldo Conti, detenidodesaparecido por la dictadura militar de 1976, es Mascaró el cazador americano. Mascaró es, al igual que lo era Conti, un cazador muy particular, un cazador de historias de profundo contenido existencial y vindicador de la vida.
Las presas de Mascaró son humanas y por supuesto, ser bondadoso no las destruye, sino que las rescata de la soledad y el olvido, del silencio y los silenciamientos.
En esta región del mundo con una cámara a cuestas hubo un cazador de historias al que vale recordar.
Se han cerrado para siempre los ojos de Jorge Prelorán, un excelso documentalista y cineasta, alguien capaz de combinar imágenes, palabras y silencios para brindar mensajes perdurables, memorables.
Había nacido en la ciudad de Buenos Aires, en Mayo de 1933, dirigió más de veinte trabajos algunos de ellos son: Castelao, biografía de un ilustre gallego 1980, dedicada a reflejar vida y obra de un artista plástico comprometido socialmente; Cochengo Miranda, 1975; Valle fértil, 1972; Medardo Pantoja, 1969; Araucanos de Ruca Choroy, 1969; Hermógenes Cayo (Imaginero), 1967; Casabindo, 1965.
Era el propio guionista de estos trabajos, etnográficos que perpetuaron a seres que de lo contrario hubieran sido barridos por historias oficiales poco preocupadas y ocupadas por la gente de la tierra.
Ha partido para siempre Prelorán, pero las imágenes y las voces cazadas por sus ojos y su sensibilidad atenta persistirán por siempre.
Carlos A. Solero
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