rosario

Martes, 21 de julio de 2009

CORREO

Elecciones

¿Que será de nosotros, de nuestros hijos, de nuestros nietos, de los que puedan leer la presente o de los que tienen acceso a un diario cirujeando en las calles?

Dicen que tenemos los gobernantes que merecemos, sin embargo creo que muchos nos comprometemos, damos nuestro tiempo, parte de nuestra vida, esfuerzo y los que podemos algo de nuestros magros ingresos, en el compromiso ciudadano. Fiscalizamos en los comicios por convicción sin que nos paguen, de corazón con la esperanza de vivir en un país mejor.

No todos tenemos conciencia de que la mala o buena política define la calidad de vida de cada uno, desde el lugar y condiciones en que nacemos hasta el cajón más indigno (que con suerte) un pobre recibe cuando se muere y el sistema está hecho para que no entendamos, se invierte para que cada vez haya más ignorantes porque eso les asegura perpetuarse en el poder, y tras la entrega de planes, un bolsón de alimentos, entrega de garrafas, nos acarrean de los barrios para votar al "candidato".

No todos tenemos la capacidad de discernir o decidir, pero cada uno desde el espacio que ocupe es responsable de sus actitudes, desde los funcionarios probos, torpes o ineptos, periodistas que inducen al ciudadano de a pie hacia el candidato que les simpatiza, referentes barriales, punteros, el jubilado, el trabajador, ama de casa, pero la hipocresía abunda, porque el individualismo es lo que reina.

Somos un pueblo que se queja por debajo, que calla lo que en verdad piensa y siente y fingimos enojarnos si en un acto fallido -o no- alguien declara que somos hijos del rigor y votamos a quien nos hace sufrir, o si un ministro eficiente aconseja no viajar para evitar contagios.

En cambio, la estupidez, la ignorancia, o la conveniencia de algunos nos lleva a tropezar con la misma piedra y un jingle, una canción pegadiza o hacer el ridículo en un canal, hacen un cóctel explosivo para que en el cuarto oscuro perdamos la posibilidad de vivir mejor.

Aquí, en barrio Las Flores, trabajamos ad honoren de lunes a viernes en la emergencia alimentaria. Atendemos a casi mil personas sabiendo que no es lo ideal, que esas familias deberían tener trabajo y elegir en su hogar que quieren o pueden comer, pero ya van varias generaciones que han perdido la cultura del trabajo o no tienen ocupación digna gracias a los planes, una idea de aquellos a los que considero creadores de pobres. El resultado de las últimas elecciones me produjo mucha impotencia, ganó quien en su gestión privaba de la leche desde diciembre a marzo, como si el estómago de los niños pudiera tomarse vacaciones.

Sólo espero que a corto plazo podamos ser ciudadanos con mente y ojos abiertos y no un rebaño de mansas ovejas conducidas al matadero.

Soledad Arminchiardi

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