Jueves, 3 de diciembre de 2009 | Hoy
Cuando juzguemos la conducta de nuestros gobiernos y podamos establecer las responsabilidades de cada uno de ellos en el devenir histórico de nuestra economía, de nuestro desarrollo, de nuestras miserias, debilidades, fracasos y decepciones, qué deberemos contabilizar en los "debes y haberes" correspondientes.
Tengo por vivir muchos menos años de los que necesito para seguir luchando por los cambios que nuestro país necesita, pero conservo intactas mis fuerzas y mis ganas de hacer para intentar nuevamente recuperar lo que nos robaron y evitar que nos sigan robando, mintiendo, engañando y traicionando como hasta ahora.
Seguiré denunciando cada injusticia que detecte, cada delito que afecte no solamente el patrimonio nacional, sino la credibilidad y la esperanza, ya que ellas hacen a la potenciación de la participación política de nuestros jóvenes.
No vacilaré en gritar a los cuatro vientos que exijo para todos "calidad de vida" y en los años que me restan vivir, esa calidad de vida, deberá estar sujeta a un medio ambiente sin contaminación, políticas sociales de contención, no de exclusión, generación de empleos para un trabajo digno, duradero, seguro y bien pago, atención de la niñez en todos y cada uno de sus derechos y redistribución de la riqueza con equidad.
Las políticas de privatizaciones no fueron producto de un desconocimiento de las consecuencias que acarrearían por parte de nuestra dirigencia política, gremial y social, fueron resultado de complicidades manifiestas en las que jugaron roles nefastos los dirigentes sindicales y de nuestros principales partidos políticos, que se sumaron al discurso del neoliberalismo o lo barrieron bajo la alfombra.
Hoy se ha generado un feudo sindical al amparo del matrimonio K que no será fácil desarticularlo, ya que al Gobierno y a los poderes de turno les conviene mantenerlo "controlado" mientras sea útil a sus intereses y ambiciones.
No existe otra explicación al estado de cosas que se suceden, al tema de la "inseguridad" que se nutre de la propia "inseguridad social" que generan las grandes empresas con arbitrarios despidos, bajos salarios, condicionantes laborales y la mirada al costado de las autoridades que han demostrado como nunca sus complicidades con los factores de poder.
Juegan con fuego y todos tenemos que impedir que nos incendien el país. Angel M. Contestí
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