CORREO
El 16 de abril de 2000 era domingo y llovía en Rosario. Esa tarde no pude ir a la cancha porque mi hijo Benjamín se anunció a la hora del partido. Los privilegios de tener un hermano obstetra hicieron que pudiera presenciar el nacimiento de mi segundo vástago. Mi mujer no paraba de hablar y yo preguntaba si había alguna radio cerca. Jugábamos en el Parque ante Vélez, ironías del destino, dirigido por Falcioni. Ganaban y yo estaba con una oreja en la radio y con la otra escuchando las demandas de mi esposa. Era por cesárea y estaba programado. Por la ventana la lluvia y los truenos acompasaban la espera. Los médicos, anestesistas y enfermeras iban y venían y la radio de fondo susurraba el partido. Al momento que Benjamín llegó al mundo, en medio de un fuerte trueno, la radio cantó el empate leproso. Gol de Ñuls. Mientras miraba la escena increíble del nacimiento, el relator se desgañitaba en elogios para Lucas Bernardi. Tras un pase de Mateo para el gordo Real, Lucas se cruzó, se la sacó y encaró a Chilavert para definir con tiro rasante al palo opuesto del paraguayo. Todos en la sala de parto nos abrazábamos, por Benjamín y por Lucas. Esta historia verídica, se la conté una y mil veces a mi hijo. No le gustan las tormentas y yo le digo que él es hijo del trueno y lo comparo con Lucas. Con el correr de los años, siempre le hablé de Lucas y de Ñuls, comenzó a ir a la cancha y cuando se enteró que Lucas volvía a Ñuls estaba feliz de poder ver al "que hizo el gol el día que nací". En sus tiempos de Francia, Benjamín quería saber en qué club estaba, cómo era su camiseta, lo he visto recorrer el google earth y conocer Mónaco donde estaba Lucas. Entre mis relatos y su interés, Lucas fue su padrino virtual. Casi con 10 años Benjamín juega a la pelota con sus amigos y su espejo es Lucas. Este año Benja no podía creer la posibilidad de salir campeón y que en ese equipo jugara Lucas. Dos días después de la derrota ante San Lorenzo, sin haber leído los diarios, ni escuchado las tiras radiales, clickeé en el Olé una nota donde habla Lucas con todo su dolor y su bronca. La misma que la mía y mis hijos Bautista y Benjamín. El mismo nudo en la garganta y la misma impotencia, pero con la frente alta, como juega Lucas, sin esconder nada. Para nosotros como para muchos leprosos de ley, Lucas es el emblema. Que mi hijo se vea en Lucas es mi campeonato como padre. Si el día de mañana colgás los botines Lucas, que bueno sería que sigas en el club trabajando para que tu enjundia y enojo de sentir ser rojinegro se trasmita a las nuevas generaciones en Bella Vista. El 22 habrá fiesta en el Parque, la cancha se llamará Marcelo Bielsa y la vieja visera Tata Martino, pero para mi nuestra platea será "la Lucas Bernardi".
Santiago Baraldi
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