Sábado, 29 de mayo de 2010 | Hoy
Somos un grupo de vecinos molestos por el cierre de una cabina expendedora de tarjetas de colectivos, que funcionaba en el barrio de la República de la Sexta. La boca de expendio fue clausurada por el municipio a raíz de la caída de un trozo de mampostería sobre le techo de ésta.
Hemos recolectado firmas entre los habitantes de la zona y solicitamos la urgente reapertura de este punto de ventas. El reclamo fue entregado además a la señora Fabiana Cid del Banco Municipal. La reapertura es sumamente necesaria debido a que está muy próxima a una escuela primaria, secundaria y terciaria. El viernes de la semana pasada, una de las vecinas se reunió con una autoridad del banco, y éste le comentó que la institución estaba ofreciendo créditos a los kioscos de aproximadamente 600 pesos en tarjetas, pagaderos en cuotas sin interés y que no tenían intenciones de volver a abrir la cabina. Nos preguntamos quién se hará cargo del arreglo de la pared. Los únicos perjudicados somos los usuarios cada vez que cierran una cabina y por consiguiente las personas con discapacidad que trabajan en estos puestos, pierden su fuente de trabajo.
Mónica Vargazy Osvaldo Pegonza
"En la fijación de salarios es primordial determinar el estándar de vida del peón común. Son a veces tan limitadas sus necesidades materiales que un remanente trae destinos socialmente poco interesantes". (Sociedad Rural Argentina).
"Por la Asignación Universal por Hijo aumentaron el consumo de droga y el juego". (Senador Ernesto Sanz).
Como podrá notarse, ambas frases guardan una notoria similitud. Un espíritu igualitario que no distingue épocas ni realidades y que responde a la clásica y tradicional concepción elitista acerca de la distribución social del ingreso. Es indudable que todavía ese menosprecio propio de esos sectores corporativistas hacia las clases sociales más bajas sigue vivo y latente. La inconsciente confesión que revelan los dichos del Senador Sanz, partícipe notorio de una oposición negada a toda política progresista y distributiva, trae nuevamente a la escena la ingrata controversia: "Civilización y Barbarie". Siguiendo el hilo argumental de ambas citas, léase: los bárbaros no saben gastar el dinero que nosotros, los civilizados, le estamos "regalando". Son bárbaros: ¡No lo merecen! Es indudable, como aún se refleja en esta oposición conservadora ese fuerte tinte corporativo elitista que se siente amenazado y molesto por este tipo de políticas de mayor justicia social.
Martín Rodríguez Luna
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