Viernes, 21 de octubre de 2011 | Hoy
Salón de fiestas
El 5 de octubre recibí una cédula de notificación número 469, emitida por la Dirección General de Habilitación, Industria, Comercio y Servicios de la municipalidad de Rosario. En esa cédula, se requiere a los vecinos "oposición expresa" de la oficina del Centro Municipal de Distrito Centro y/o en la oficina de trámites centralizados, respecto de una nota número 559112/H 2011, mediante la cual la señora Inés Dauria "solicita la viabilidad para la instalación de un comercio bajo el rubro de salón de fiestas en el inmueble sito en calle Mitre 565 de esta ciudad". No hay referencia a ninguna ordenanza que contenga disposiciones sobre esta actividad. Se enumera la documentación que en el plazo de 10 días deben aportar los notificados: DNI, acreditación de residencia (título de propiedad, o contrato de locación o comodato), boleta de impuesto o de servicio, para certificar y llevarlos personalmente en original y copia. Lo sella y firma L. Degano.
Resido hace poco en Rosario. Esta notificación me llama a perplejidad: una señora pide permiso para abrir un salón de fiestas (su viabilidad), en su interés. La Municipalidad, según la Facultad de Policía, debe resolver el pedido presentado en base a las normas que se ha dado y que regulan su actividad como persona jurídica de existencia necesaria. Y lo primero que hace es llamar a los vecinos para saber si están de acuerdo, sobre lo que fácilmente puede sospecharse que no lo estarán, pero difícilmente se presenten porque no tienen tiempo ni paciencia para perder.
Mitre 565 está a metros del cruce de las calles Mitre y San Lorenzo, de tránsito muy complicado. Habrá más ruidos, más congestión, sobre las que ya se soportan del teatro Broadway y Mundogym, sin que la autoridad municipal haya tomado ninguna medida que alivie a los vecinos (hasta el servicio de control del tránsito en esa esquina que hacen los inspectores como pueden, es retirado al mediodía, en el momento de mayor congestión).
Si ese Salón de Fiestas se autorizara y se aumentan los molestias, serán los vecinos los culpables por no "oponerse" oportunamente. Si ésta es la conducta que la autoridad pública y su enorme y compleja burocracia tiene para estas situaciones, en mi opinión lamentable y vergonzosa, delata el grado de prescindencia de su responsabilidad.
Grisel L. Chiozzi
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