Lun 14.11.2011
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Homicidios

El negocio de la droga se ha extendido de tal manera que ha provocado una saturación de los territorios y se ha vuelto más difícil de controlar. Pero esa expansión tiene límites porque no hay clientes para todos y la capacidad territorial es limitada. Por eso se producen fricciones que se dirimen de manera violenta, armada, con homicidios. Las autoridades deben concientizarse del alto crecimiento de asesinatos registrado en Rosario en el último año, cifra que se elevó en un 40 por ciento. Claro que no es la única causa de la alta criminalidad. La presencia de chicos muy jóvenes, marginales, vulnerables, que tienen acceso a armas y construyen sus identidades en torno a la pertenencia a determinado barrio o a bandas a través de la violencia, es otro de los orígenes del fenómeno.

Así como hay un alto incremento (de homicidios) en relación a años anteriores, ha bajado la tasa de hechos cometidos en ocasión de robo. Los que crecen son los asesinatos por enfrentamientos en los que aparecen, como víctimas o victimarios, personas ligadas a economías delictivas, principalmente a las drogas; y por otro lado el de los pibes de entre 16 y 23 años que dirimen la construcción de sus identidades de manera violenta.

Esos jóvenes pertenecientes a sectores populares donde la vulnerabilidad de la vida es máxima, si sobreviven, si no caen presos o son estigmatizados por su incursión en el sistema penitenciario, logran rescatarse, formar una familia y seguir la vida, lo que desmiente la idea de la carrera criminal. Esos chicos, de entre 16 y 23 años, son los nacidos en la década del 90, época de la Argentina del desempleo, la corrupción y el corrimiento del Estado.

Hoy se ven las consecuencias de la errónea política que en esa época aplicó la Sedronar (Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico) a partir de los lineamientos ordenados por la DEA de Estados Unidos.

No obstante, hay que resaltar que los homicidios de gente vinculada claramente al narcotráfico no representa el total del aumento de los crímenes producidos en Rosario en el último año, sino que el mayor número lo dan esos pibes marginales, expuestos, con débiles vínculos con el Estado.

Esos homicidios son difíciles de prevenir con las políticas de intervención tradicionales, El Estado debe crecer cuantitativamente en los barrios para abordar a los jóvenes que ya participan de la economía delictiva buscando que construyan otros tipos de identidades, relaciones, vínculos y reconocimientos que compitan contra la violencia.

Maximiliano Reimondi

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