¿Sociedad filicida?

Resulta inquietante pero también indispensable interrogarnos si no estamos viviendo en sociedades filicidas. De las muertes evitables que cada día se producen en la región por diversos motivos un elevado porcentaje está constituido por las de jóvenes. Precarización de las vidas, escasas perspectivas reales de construcción de proyectos sociales y colectivos, vacío existencial, estímulo compulsivo del consumismo.

Un vértigo impuesto por la publicidad como propaganda, la posesión de las cosas y la manipulación de las personas como estilo de vida.

Una ficticia aceleración y la falsa ilusión de que todos podemos alcanzarlo todo con sólo desearlo, son algunas de las falacias que llevan hacia el abismo.

¿Son estas sociedades filicidas que como el mítico dios Saturno devoran a sus hijos y los lanzan a la autodestrucción? En efecto, las cifras de muertes juveniles no paran de acrecentarse y es preciso preguntarse cuáles son las generaciones que dan las señales para semejantes fenómenos morbosos. La respuesta es contundente: la de los adultos poseedores de una mayor cantidad de capitales sociales, culturales y simbólicos.

La sociedad argentina debería a esta altura tomar autoconciencia de la continuidad del filicidio como patrón societal vigente, pero los altos niveles de alienación enturbian las miradas y ocultan las evidencias bajo la vocinglería de los slogans.

Muchas cosas pueden hacerse con la realidad social pero la más peligrosa es negarla.

Carlos A. Solero

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