Miércoles, 26 de diciembre de 2012 | Hoy
Catastrofismo
El anuncio de hecatombes y situaciones apocalípticas con fecha fija según profecías, visiones e interpretaciones de calendarios han inspirado desde la antigüedad temores que movilizan a las poblaciones en los más diversos sentidos.
Ciertas conjunciones numéricas o fenómenos astronómicos como la cercanía a la Tierra de cometas o asteroides han dado lugar a una multiplicidad de anuncios, que toman como potenciales efectos terrenales referencias ultraterrenas.
Además de las especulaciones que alimentan estos acontecimientos que no pasan de meros preanuncios o anunciaciones contribuyen a aumentar el control social ya que se pronostican situaciones de emergencia, y esto permite a los Estados lucubrar acerca de una movilización general en el sentido de centralización de recursos y poderes.
De todas maneras la experiencia indica que en nuestras sociedades lo imprevisto está a la vuelta de cada esquina, cada día las estructuras sociales, económicas y políticas en que nos toca vivir se muestran frágiles e inoperantes frente a derrumbes, incendios, tormentas, escapes tóxicos.
Esto pone en evidencia lo vulnerable de un orden que pretende mostrarse monolítico inconmovible y que es más simulacro que otra cosa. Estas estructuras, mecanismos y dispositivos son producto y consecuencia de años y de siglos de construcción de desigualdad, manipulación y dominación.
No estamos demasiado convencidos del advenimiento un final apocalíptico en ciernes pero sí creemos necesaria una toma de conciencia colectiva de la necesidad de un fin de ciclo, el de las sociedades domesticadoras que se apropian de las vidas de diversos modos para convertirlas también en meras mercancías.
Carlos A. Solero
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